Esta mañana, regresando de Tordesillas en dirección a Ourense, me desvío en la autovía A-52 poco antes de Benavente para conocer las Lagunas de Villafáfila.
Recorro pocos kilómetros por una carretera que atraviesa la comarca de Tierra de Campos, y sus estepas cerealistas, hasta llegar al complejo lagunar de Villafáfila, que constituye uno de los más importantes humedales de todo el norte peninsular y, sin duda, el más significado enclave para las aves acuáticas, esteparias y migradoras de Castilla y León.
Está formado por tres lagunas principales -Salina Grande, Barillos y Salinas- y otra serie de humedales más pequeños, y está enclavado sobre suelos arcillosos alrededor de la cuenca semiendorréica del río Salado.
En torno a las zonas encharcadas se localiza un territorio dominado por las tierras de cultivo y en el que se asienta una de las aves más emblemáticas de Villafáfila: la avutarda. Los cerca de 2.000 ejemplares de esta gran ave que aquí viven forman su mayor población a nivel mundial. También son reseñables las ingentes cantidades de ansares comunes que eligen estas lagunas para pasar el invierno.
Sin duda un espacio natural sorpendente, que merece la pena visitar, donde el único sonido que se escucha es el de las aves.
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