Publica hoy el Banco de España en su página web una nota que
describe los rasgos principales de las proyecciones macroeconómicas de la
economía española para el período 2019-2021.
Así, “las proyecciones actuales apuntan a una prolongación de
la actual fase expansiva a lo largo del período 2019-2021. El crecimiento
seguirá apoyándose sobre el tono acomodaticio de la política monetaria,
reforzado tras las medidas adoptadas por el Consejo de Gobierno del Banco
Central Europeo en su última reunión, la favorable situación patrimonial del
conjunto de empresas y familias y el supuesto de que, tras su debilitamiento
reciente, los mercados de exportación tenderán a recuperarse gradualmente a lo
largo del horizonte de proyección, siempre y cuando no se produzcan nuevas
perturbaciones adversas en este ámbito.
El crecimiento del producto seguirá
sustentándose sobre la demanda nacional, aunque su aportación positiva al
avance del PIB será más reducida que en el pasado reciente. Se prevé que el
dinamismo de la actividad tienda a moderarse a lo largo del horizonte de proyección.
En términos de las tasas medias anuales, tras crecer un 2,4% de 2018, el avance
medio del PIB se situaría en el 2% en 2019 y en el 1,7% y el 1,6% en cada uno
de los dos años siguientes.
En comparación con las proyecciones anteriores, el
crecimiento del PIB se revisa a la baja en cuatro, dos y una décima en cada uno
de los tres años. Esta revisión responde en parte a la pérdida de vigor de la
demanda interna que revelan los datos más recientes, lo que indicaría que el
deterioro del entorno exterior y las incertidumbres procedentes del resto del
mundo -y posiblemente también otras de origen interno -, estarían ejerciendo un
efecto moderador del nivel de gasto de empresas y familias más intenso que el
anticipado hace tres meses. Este contexto de mayor incertidumbre seguiría
pesando sobre las decisiones de gasto de los agentes, particularmente en el
corto plazo, lo que se traduciría en unos ritmos de avance de la actividad más
moderados que los registrados en los últimos años.
Por lo que respecta al
mercado de trabajo, se prevé una moderación progresiva del ritmo de crecimiento
del empleo, en consonancia con la desaceleración proyectada de la actividad. La
creación de puestos de trabajo permitirá que, a pesar del aumento de la
población activa, la tasa de paro disminuya hasta el 12,8% a finales de 2021.
La ampliación gradual de la brecha de producción y los mayores incrementos
salariales proyectados, unidos a la orientación expansiva de la política
monetaria, se traducirán en mayores presiones al alza sobre los precios. Por el
contrario, los supuestos del ejercicio de proyección implican una disminución
en los próximos años de las presiones inflacionistas procedentes del exterior,
como reflejo de la senda descendente de los precios del petróleo implícita en los
contratos de futuros sobre esta materia prima. Como resultado neto de todos
estos efectos, el crecimiento del IAPC en términos de sus medias anuales
repuntará gradualmente desde el 0,8% en 2019 hasta situarse en el 1,5% en 2021.
Por su parte, el ritmo de avance de la inflación subyacente, medida por la tasa
de variación del IAPC sin energía ni alimentos, también se elevará
progresivamente, desde el 1,1% en 2019 hasta alcanzar el 1,6% en 2021.
Los
riesgos en torno al escenario central de crecimiento del PIB se orientan a la
baja, destacando sobre todo aquellos de origen externo y, de manera singular,
la posibilidad de que el debilitamiento reciente de la actividad global sea más
persistente de lo asumido en los supuestos, la eventual adopción de nuevas medidas
proteccionistas a nivel global y la incertidumbre que todavía rodea al proceso
de salida del Reino Unido de la Unión Europea. En el ámbito interno, persiste
un elevado grado de incertidumbre acerca de la orientación futura de las
políticas económicas y de la adopción de medidas que permitan elevar la
capacidad de resistencia de la economía española ante un posible empeoramiento
del contexto macrofinanciero global y aumentar su crecimiento potencial. En
particular, se dispone de pocos detalles acerca del curso futuro de la política
fiscal, en un contexto en el que el todavía elevado nivel de deuda publica hace
que las finanzas públicas españolas sigan presentando elementos de
vulnerabilidad ante eventuales perturbaciones adversas.
Los riesgos de desviación
de la inflación con respecto al escenario central se encuentran también
orientados a la baja, como consecuencia de una hipotética materialización de
los riesgos sobre la actividad anteriormente descritos. No obstante, el alza de
los precios del petróleo resultante de un hipotético repunte de las tensiones
geopolíticas o un aumento de aranceles asociado a nuevos episodios de tensiones
comerciales comportaría efectos inflacionistas."
Es muy evidente que la situación
política de inestabilidad en España afecta claramente al crecimiento, y eso se
traslada también a la confianza
empresarial.
Por eso es necesario un clima de estabilidad, todo lo
contrario de lo que tenemos ahora.