Esta mañana asisto a una importante reunión de la totalidad de los integrantes de los Grupos Parlamentarios del Partido Popular en el Congreso y en el Senado, en la que además de los portavoces en ambas Cámaras y del secretario general, intervino el presidente Pablo Casado que pronunció este discurso que transcribo:
"Queridos amigos:
Muchas gracias secretario general y
portavoces parlamentarios. Permitidme empezar dando la enhorabuena a todos los
candidatos que se presentaron en las últimas elecciones, el 10 de noviembre.
Pero sobre todo, dando las gracias a los españoles que depositaron su confianza
en una papeleta con nuestro logotipo, con las siglas de un partido fundamental
para la democracia española y un pilar esencial de nuestro sistema político sin
el cual no se pueden entender los mejores años de prosperidad y de libertad que
ha disfrutado nuestra nación.
En apenas seis meses desde las elecciones
de abril hasta las del 10 de noviembre, el PP consiguió incrementar un 35 % su
representación parlamentaria, en concreto conseguimos 23 nuevos diputados, con
un total de 89 y 30 nuevos senadores, llegando a 97, es decir, casi 200
parlamentarios si contamos entre ellos a las coaliciones preelectorales con las
que concurrimos.
Es importante destacar también que
recuperamos la representación parlamentaria en todas las CCAA y que en la
Comunidad Autónoma de Cataluña, en pleno desafío a la legalidad y a la
Constitución, nos hemos convertido en el primer partido del ámbito
constitucionalista, a día de hoy tal y como se puede entender a tenor de las
últimas negociaciones emprendidas por el PSC
Creo
es fundamental destacar que, además de esa representación, somos unas fuerza
política que estamos preparados para gobernar. Y esta representación nutrida
justifica esta reflexión. Porque alguno no han destacado que, por ejemplo, en
el Senado hay 10 senadores del PP que han sido presidentes autonómicos, cinco
de ellos de Gobierno: el presidente Fabra, Rudi, Monago, Imbroda Movellán y
otros cinco que han concurrido a las elecciones que han sido presidentes o son
presidentes autonómicos, como son ele caso de Carlos Floriano, García-Escudero,
Asier Antona, de Cherines o Javier Arenas, habría que sumar a nuestra diputada,
Ana Beltrán, presidenta del PP de Navarra.
Creo
es fundamental destacar que, además de esa representación, somos unas fuerza
política que estamos preparados para gobernar. Y esta representación nutrida
justifica esta reflexión. Porque alguno no han destacado que, por ejemplo, en
el Senado hay 10 senadores del PP que han sido presidentes autonómicos, cinco de
ellos de Gobierno: el presidente Fabra, Rudi, Monago, Imbroda Movellán y otros
cinco que han concurrido a las elecciones que han sido presidentes o son
presidentes autonómicos, como son ele caso de Carlos Floriano, García-Escudero,
Asier Antona, de Cherines o Javier Arenas, habría que sumar a nuestra diputada,
Ana Beltrán, presidenta del PP de Navarra.
También hay a quien se le
olvida que en los tres grupos parlamentarios actuales contamos con la
experiencia de ocho ministros del Reino de España, desde nuestra querida
vicepresidenta, Ana Pastor, pasando por Elvira Rodríguez, Isabel
García-Tejerina, Javier Arenas, José Manuel García-Margallo, Juan Ignacio
Zoido, Pilar del Castillo, la propia portavoz, Dolors Montserrat. Y también,
cuatro secretarios de Estado, Mario Garcés, Isabel Borrego, Juan Mari Vázquez o
Rubén Moreno.
Quiero decir con esto que
somos una fuerza política con experiencia de gobierno que en nuestra actividad
parlamentaria estamos listos para ser la alternativa, no solo del partido que
lidere la oposición, sino la alternativa en tempos recios o en horas graves,
como diría el poeta.
Quiero decir que pase lo
que pase en esta legislatura, cuando eche a andar lo que tenemos que hacer es
empezar ya, desde la oposición a hacer que el PSOE se retrate. Se suele decir
que primero viene el Gobierno y luego el legislativo, pero en un sistema
parlamentario, es el legislativo incluso, cuando no se ha formado el Gobierno
el que tiene que plantear una agenda que puede llegar hasta proposiciones de
Ley, para cuestiones fundamentales y claves de la propia gobernabilidad o de la
investidura, pero que también tiene que plantear iniciativas que ya retraten a
un partido que ha elegido socio apenas horas después de que se cerraran las
urnas.
Quiero
decir que pase lo que pase en esta legislatura, cuando eche a andar lo que
tenemos que hacer es empezar ya, desde la oposición a hacer que el PSOE se
retrate. Se suele decir que primero viene el Gobierno y luego el legislativo,
pero en un sistema parlamentario, es el legislativo incluso, cuando no se ha
formado el Gobierno el que tiene que plantear una agenda que puede llegar hasta
proposiciones de Ley, para cuestiones fundamentales y claves de la propia
gobernabilidad o de la investidura, pero que también tiene que plantear
iniciativas que ya retraten a un partido que ha elegido socio apenas horas
después de que se cerraran las urnas.
Quería destacar, en esta
intervención, es que a diferencia de lo que se viene señalando de lo que pasó
hace tres años. Nosotros pedimos la abstención del diputado de Nueva Canaria,
abstención técnica, es así, porque ya teníamos los apoyos suficientes para
gobernar, incluso para aprobar los presupuestos. Eso es muy distinto ahora
mismo a lo que se está pidiendo al PP y por eso, me gustaría enhebrar una
intervención, no por casualidad el día previo a la constitución de las Cortes,
es decir, el día en que arranca esta Legislatura, que no sabemos cuánto va a
durar o si va a contar con un gobierno, pero también y no es casualidad, en la
semana en la que conmemoramos un aniversario más de nuestra Constitución, nuestra
Carta Magna en cuya defensa nos hemos quedado muy solos.
La situación de nuestro
país y el horizonte hacia el que se encamina plantean al Partido Popular un
reto extraordinario por su dimensión y por su gravedad. Pero ese reto no es el
que muchos señalan.
La
situación de nuestro país y el horizonte hacia el que se encamina plantean al
Partido Popular un reto extraordinario por su dimensión y por su gravedad. Pero
ese reto no es el que muchos señalan.
Permitidme que explique
con claridad lo que realmente está ocurriendo y lo que nos toca hacer.
Pedro Sánchez ha fracasado
de nuevo en la segunda convocatoria de elecciones, que él mismo forzó a modo de
referéndum y que perdió. Pero sumando su fracaso al de otros se dispone a dar
continuidad a la ingeniería política y social de demolición que inició José
Luis Rodríguez Zapatero, estando nosotros ya en el Gobierno y luego en dos
legislaturas en el Ejecutivo. Por eso Sánchez ni se ha dirigido a nosotros;
Sánchez ha quemado sus naves y ha comprometido ya el apoyo formal y masivo de
su partido, incluso en una consulta a la militancia socialista. Está zanjado,
es un debate que no admite retorno. No es reversible y es su exclusiva
responsabilidad.
Continúa un proyecto
destructivo que tiene raíces profundas en la tradición más banal del socialismo
español, no es nuevo. Ni Sánchez ni Zapatero se ubican ahora en la marginalidad
de su partido. Por lamentable que nos pueda parecer, son genuinos
representantes del socialismo español actual.
Y
por eso hay que señalar con claridad dos cosas.
La primera es que no
estamos ante una opción coyuntural ni desesperada de un PSOE obligado a nada
por las circunstancias, sino ante una opción estratégica elegida, cuyo alcance
es mucho mayor que el de la simple articulación de una mayoría parlamentaria.
El PSOE, Podemos y los nacionalistas no están intentando hacer el Gobierno que
pueden, están intentando hacer el régimen que quieren, y un régimen sin espacio
para una alternativa. Y no es la primera vez que lo intentan; lo intentaron en
el 2003, ante notario, en el ignominioso Pacto del Tinell; lo intentaron hacer
en el 2004, en el primer Gobierno de Zapatero, también lo intentaron hacer en
el año 2008, en el segundo Gobierno de Zapatero, con esa geometría variable,
radical; en 2013 lo formalizaron la declaración de Granada, ya se hablaba ahí
de plurinacionalidad no era Sánchez el secretario general del PSOE y en el 2017
lo elevaron ya a categoría con la declaración de Barcelona que culminó con la
moción de censura del año 2018 y se que constituyó como acto constituyente en
la cumbre de Pedralbes entre el señor Torra y el señor Sánchez.
Precisamente nuestra
indignación cuando conocimos, porque lo filtró Torra los puntos aceptados por
Sánchez en esa cumbre de Pedralbes es lo que precipitó unas manifestaciones de
repulsa ciudadana que hizo descarrilar la negociación presupuestaria y llevaron
a Sánchez a convocar las elecciones que hacía meses que se había comprometido a
convocar.
Y
luego llegó Abril, en la constatación de lo que pretendidamente fue un nuevo
gobierno Frankestein, y ahora llega, en noviembre del 10 a ese abrazo, a
ese pacto del insomnio en ese abrazo que más que un abrazo era un cayado para
no caerse dos grandes derrotados de esa noche electoral.
Las dudas del socialismo
español comenzaron cuando comprobó que en el sistema constitucional del 78 el
PP puede ganar elecciones. Y repetir. En la cultura sectaria generada por este
PSOE, si el PP puede ganar las elecciones es porque algo se ha hecho mal, y los
socialistas sitúan hoy ese error en la Transición, en el pacto constitucional y
en el sistema político fundado a partir de él. Lo primero que destruye este
socialismo es el compromiso constituyente de aquel socialismo.
La auténtica democracia,
para ellos, solo puede producir mayorías de izquierda, y si no las produce es
que no es verdadera democracia. Para ellos, algo falla en el sistema si el PP
lo puede gobernar. Así lo dije en la última sesión de su investidura. No sé si
recordaréis cuando le dije: “usted y yo tenemos una responsabilidad histórica
que es ensanchar el espacio de la centralidad política para que volvamos a
ganar en el los mismos que construimos el sistema de la Transición y
defendíamos el orden constitucional, por eso su partido me merecía todo el
respeto, también su persona y, por eso, su proyecto y su investidura no
merecían ni merecen nuestro apoyo.
El
revisionismo de la izquierda no es simplemente ideológico o histórico; es
radicalmente político y utilitario, es la forma de compensar su abrumadora y
recurrente derrota en el centro.
Han convertido la
denominada memoria histórica en un “contrarrelato” de la Transición para
presentar ésta como un compromiso desigual, forzado y coactivo de la derecha
sobre la izquierda, una gran disposición transitoria pendiente de reequilibrio
y ajuste para llevarla más hacia la izquierda y más hacia el nacionalismo. Y la
persistencia del llamado, por ellos, “conflicto” catalán sería simétricamente
la demostración de que la Constitución tampoco ha servido para resolver el
problema territorial. Los dos ejes del acuerdo constitucional se han puesto en
entredicho.
Años atrás hicieron de ETA
interlocutor político en el llamado “proceso de paz”, por ellos, para que
arraigase la creencia de que ETA era la expresión de un defecto de origen y de
calidad de nuestra democracia. Y si no hay verdadera democracia no puede haber
verdadero terrorismo.
No es sorprendente, en
este contexto, que estemos cerca de ver sentado en el Consejo de Ministros al
señor Iglesias, quien dijo lo siguiente, cito: “La Constitución de 1978 no
instaura reglas del juego democráticas y quien primero se dio cuenta de esto
fue ETA”. Repito, Pablo Iglesias: “La Constitución
de 1978 no instaura reglas del juego democráticas y quien primero se dio cuenta
de esto fue ETA”.
Esto es lo que Pedro Sánchez
acaba de proponer y todo el PSOE acaba de votar, abrumadoramente como
vicepresidente del Gobierno de España. No Sánchez, insisto, todo el PSOE.
Según esta misma lógica,
el supuesto bloqueo que ha impedido un “gobierno supuestamente progresista”
confirman que este régimen no merece la adhesión de la izquierda.
Insisto, no estamos
hablando de un movimiento errático en la trayectoria del PSOE. La verdadera
peculiaridad española no consiste en los nacionalismos, consiste en la relación
servil y sectaria de la izquierda, y en especial el PSOE, ha mantenido con los
nacionalismos desde hace ya demasiado tiempo. Primero, concediéndoles un plus
de legitimidad democrática infundado y, segundo, articulando con ellos una
alianza que incluso cuando gobernaba el PP permanecía latente, como demostró el
papel decisivo del PNV en la moción de censura contra Mariano Rajoy.
La segunda consideración,
además de esta primera que la decisión del PSOE es libre y no fruto de coacción
a la hora de elegir socios viene directamente
derivada de lo anterior es que España no se enfrenta a un problema de formación
de Gobierno. Sánchez pudo haber resuelto ese problema de muchas formas, y las
rechazó todas. España se enfrenta a una crisis inducida por la izquierda y los
nacionalistas del propio sistema político e institucional.
Estamos ante un proceso de
deconstrucción constitucional sin base alguna en los hechos. El sistema no se
impugna por unos y otros porque no funcione sino porque funciona y muy bien,
con el mismo sistema operativo que cualquier otra democracia occidental:
pluralismo, reformismo, división de poderes, alternancia, respeto a las normas
y búsqueda de la convivencia como tarea política esencial. Lo que se rechaza es
precisamente aquello que ese sistema nos ha proporcionado.
Dicho de otra forma: el
problema de España no es que falte democracia, es que se negocia con aquellos
que atentan contra la democracia.
Sobre la base de
progresivas mutaciones constitucionales se pretende resolver los problemas que
o bien directamente se crean o bien se impide resolver, y que no son sino la
coartada para el engaño. Cataluña se utiliza ahora como coartada para un cambio
de régimen, de un signo o de otro. Es decir, la deslealtad hacia el sistema se
eleva a argumento contra el sistema y no contra el desleal.
Ahora
hay una pretensión explícita de deshacer los consensos básicos, para hacer otra
cosa en la que resulte imposible una alternativa de centro derecha y española.
Y se hace con la excusa de abordar problemas que se crean y se mantienen vivos
artificialmente y sobre la idea de que la derecha democrática es el problema de
España.
Entendámoslo bien y
digámoslo claro: nadie nos ha pedido que tratemos de arreglar los problemas que
Sánchez ha creado. Nadie nos ha pedido que tratemos de evitar los problemas
nuevos que Sánchez pretende crear ahora. Si fuera eso lo que se nos pidiera se
empezaría por pedir la salida de Sánchez, y no es así.
Lo que en realidad se nos
pide es que reconozcamos que somos nosotros el problema y que actuemos en
consecuencia. Lo que se nos está exigiendo es que reconozcamos que aquí todo se
arregla con menos PP y menos Constitución.
Lo que se nos exige es que
asumamos este dilema perverso: o aceptamos desaparecer voluntariamente como
alternativa al socialismo haciendo presidente a Sánchez, o Sánchez nos amenaza
con hacernos desaparecer llevando adelante una mutación del sistema de la mano
de la izquierda y los nacionalistas. Es decir, lo que se nos ofrece es la
posibilidad de elegir cómo terminamos con el PP y con España, si de una forma o
de otra.
Queridos
amigos, esa es la verdadera alternativa que se nos está poniendo delante y a
esa alternativa solo podemos responder diciendo categóricamente, con toda
claridad, que ni nos vamos a disolver como alternativa al socialismo ni nadie
va a cambiar el sistema del cual formamos parte, que hemos construido y hemos
defendido para todos pagando por ello un tributo de sangre que no vamos a
olvidar y nadie va a despreciar.
Ni nos vamos a ir ni se no
va a echar. Que le quede claro.
Va siendo hora ya de
establecer con claridad nuestro verdadero problema nacional: el verdadero
problema es que el PSOE no reclama ayuda porque no está haciendo nada que no
desee hacer. Impulsa el proyecto político que quiere impulsar y lo hace con
quienes ha decidido que sean sus socios, los mismos desde hace 16 años, desde
el año 2003, del Pacto del Tinell.
Esta deconstrucción
institucional no sólo cambia la verdadera historia de la Transición como abrazo
y reconciliación para convertirla en una rectificación fallida del desenlace de
la Guerra Civil, sino que apunta de lleno al modelo territorial, a la
definición nacional de España, a las libertades y al civismo, al modelo
educativo y, a medio plazo, a otros pilares de la arquitectura constitucional.
No solo quieren echarnos a nosotros
por no aceptar disolvernos voluntariamente, también quieren echar a todos
aquellos que siguen en su sitio, donde tienen que estar.
Es obvio que están muy
lejos de una mayoría suficiente para abrir un proceso constituyente que haría
demasiado explícita su estrategia. Sin embargo, los impulsores del nuevo Estatuto
de Cataluña y del País Vasco ya ensayaron la fórmula para buscar un cambio
fraudulento de la Constitución.
Pues bien, quiero afirmar
que el Partido Popular asegurará que los españoles, todos los españoles,
seguirán conservando intacto su derecho a decidir sobre cualquier cambio de su
Constitución. Y que la Constitución sólo se cambiará por los procedimientos que
los españoles acordamos, en virtud de los cuales estos dos grupos
parlamentarios tienen la posibilidad de evitar cualquier reforma constitucional
por la puerta de atrás. Y, además, gracias a la legislación del PP en la pasada
legislatura, tenemos a nuestra disposición el Recurso Previo de
Inconstitucionalidad para evitar que ningún tipo de mutuación estatutaria pueda
intentar desbordar por la vía de los hechos nuestra Carta Magna.
Y además lo aseguramos
porque el objetivo de esta ingeniería política es crear un proceso que por un
lado convalide situaciones de hecho y, por otro, presione a las instituciones y
actores políticos, sociales y económicos contrarios
a este proyecto para imponerse a ellos. Este es el plan del que nos piden que
seamos parte, y no lo vamos a ser.
Por eso, las implicaciones
para el PP de esta estrategia van mucho más allá de decisiones tácticas. El PP
es, hoy por hoy, el único partido que tiene los dos pies en la Constitución.
Pero ahí es donde los tienen también la inmensa mayoría de los españoles, y a
ellos debemos explicarles lo que ocurre. Una Constitución que no es del PP sino
de todos. No es el caso de ningún otro partido, y ciertamente ya no es el caso
del PSOE, que ha iniciado su negociación con ERC reescribiendo unilateralmente
el artículo 2 de la Constitución a través del PSC, y que cuenta en el
radicalismo de todo signo con aliados partidarios también de romper los dos
ejes del acuerdo de 1978: pluralismo ideológico y Estado autonómico.
Queridos amigos,
El futuro del PP está
unido de manera irreversible a dos cosas: primero, a nuestra permanencia como
alternativa constitucionalista al socialismo, y, segundo, a la permanencia del
régimen constitucional que defendemos. A las dos. Van juntas, no es o lo uno o
lo otro, como machaconamente se nos dice. Por eso no tenemos que elegir entre
ser alternativa o defender la Constitución: defendemos la Constitución siendo
alternativa a un proyecto para el que la división electoral del centro derecha
ha dado a Sánchez unasegunda
oportunidad. Advertimos en solitario de la gravedad de lo que ocurriría si
Sánchez ganaba por la división del centro derecha. Y aquí están las
consecuencias.
También en precedentes
internacionales. No hay más que ver cómo está el Reino Unido después de la gran
coalición, no hay más que ver cómo ayer el SPD planteaba ayer en su congreso de
refundación cual había sido el coste de la gran coalición alemana o incluso, y
esto es lo más peligroso, como Alternativa por Alemania planteaba su proyecto
de sustitución de la derecha alemana después de la gran coalición.
Si desaparece el PP como
alternativa desaparecerá la Constitución. Si fracasamos o nos eclipsamos como
alternativa o si se debilita aún más el régimen constitucional, la
confrontación política quedará dominada por la polarización y en ese terreno
las ofertas radicales tendrán todas las de ganar y el marco constitucional se
romperá.
Servir a España hoy
significa para el Partido Popular reafirmarse como alternativa democrática a un
socialismo entregado ya de facto al nacionalismo de manera formal, y
reafirmarse también en su compromiso de lealtad constitucional, de moderación y
de integración transversal frente a todo radicalismo.
Si
hasta ahora los esfuerzos del PSOE y sus apoyos mediáticos se concentraban en
negar los pactos con los independentistas, ahora se esfuerzan en blanquearlos,
apoyados en la excusa de la ultraderecha. Contra ese blanqueo hay que
rebelarse. España necesita un revulsivo que ponga en el centro del debate
público la claridad moral que falta, y en cuya ausencia asistimos a una
verdadera normalización de lo aberrante, de lo excéntrico y de lo
autodestructivo.
Queridos amigos, Pedro Sánchez ha querido
jugar con todo y con todos. Sin límites. Muchos de los que han alentado la
desunión del voto y han señalado al PP por toda clase de desastres, comienzan a
descubrir ahora la importancia sistémica de nuestro partido como pilar
democrático fundamental de nuestro sistema político.
Nosotros hemos cumplido
escrupulosamente con todas nuestras obligaciones institucionales y lo hemos
hecho con generosidad. Pero el PSOE nunca ha querido hablar con nosotros. Busca
sellar un pacto para destruir todos los pactos, un pacto que puede destruir
cuarenta años de libertad y de progreso.
Cuando
digo que hemos cumplido nuestras obligaciones, lo digo también en lo que
respecta al día de mañana. Hay que recordar que nuestra propuesta de España
Suma era buena para España y era generosa para el otro partido al que se la
ofrecimos; probablemente hubiera ganado 30 escaños y nosotros hubiéramos
perdido cinco, pero hubiéramos ganado las elecciones y estaríamos intentando
formar gobierno ahora. Por tanto, era generosa, como generosa es la propuesta
que os pido que apoyéis para la conformación de la Mesa del Congreso.
Nosotros nunca
participaremos de cordones sanitarios a aquellas fuerzas políticas que
defiendan la unidad nacional y la Constitución española. Sí que nos gustaría
que hubiera un cordón sanitario legal, constitucional, ético y moral frente a
los herederos de Batasuna que no han condenado más de 800 asesinatos y contra
los independentistas secesionistas condenados por el Tribunal Supremo.
Y esto es compatible con
decir que el PP es el único partido que tiene los dos pies dentro de la
Constitución.
Pero, si es verdad que hay
partidos en la derecha que cuestionan preceptos básicos en el texto
constitucional, también lo están haciendo en la extrema izquierda e, incluso,
se ha hecho desde el centro, en cuanto a la
demarcación provincial u otros temas que no se han plasmado al final en una
reforma constitucional.
Por tanto, no podemos
tolerar que se esté blanqueando la presencia en instituciones de la izquierda
radical y, en cambio, se intente tapar las sentencias de los Eres o la propia
negociación de este gobierno en debates que no conducen a nada, porque ya se
conoce nuestra posición.
Nuestra posición es que,
aquellos partidos que puedan tener representación en la mesa del Congreso o del
Senado, de acuerdo con la tradición de ambas Cámaras, si depende de nuestros
votos, tendrán nuestro apoyo. Pero eso sí, hablo de los partidos, nosotros
queremos liderar el centro y la derecha. Lo intentamos en abril con ofertas muy
generosas, que reiteramos en noviembre, con poco éxito. Ahora queremos que este
ofrecimiento se vea como el partido que quiere liderar un espacio imprescindible
que tiene que ser refundado y, por tanto, Ciudadanos también debe entrar en esa
negociación para tener representación en la Mesa de las Cortes Generales.
No estamos ante un debate
sólo cuantitativo, por número de escaños, estamos en un debate cualitativo en
el que el PP siempre tenderá la mano a un partido socio que ha tenido un papel
fundamental en esta Cámara y que estamos convencidos de que seguirá teniendo
nuestra colaboración para llevar a cabo iniciativas legislativas fundamentales
y urgentes.
El
alcance del artículo 2 de la Constitución es inequívoco, y no va a ser definido
unilateralmente o bilateralmente por nadie.
Voy a decirlo con absoluta
claridad:
1.)
No podemos dar poder político a quien amenaza con destruir la Nación española,
y mucho menos se lo vamos a dar porque amenace con hacerlo. Solo por esa
amenaza no merecería recibir ese apoyo.
2.)
Ni el PSOE, ni el PSC, ni Esquerra Republicana, ni ninguno de los documentos
sobre plurinacionalidad, sobre la nación catalana, la nación de naciones o la
mediación internacional que ellos han aprobado o puedan aprobar en el futuro
van a establecer el contenido del artículo 2 de la Constitución española. La
nación española es soberana. Y va a seguir siéndolo, en todo caso. El PSOE no
va a resolver sus problemas de partido a costa de convertirlos en problemas de
Estado.
3.) Si algún día la
Constitución española dejara de existir, y eso es lo que pasaría si se hiciera
con el artículo 2 lo que el PSOE quiere hacer, desaparecería el poder
constituido, pero no desaparecería el poder constituyente. Para aquellos que
creen que todavía hay gente confundida: el artículo 2 no crea la Nación, es la
Nación la que crea
ese
artículo y todos los demás. Con o sin artículo 2 de la Constitución España
existe y su soberanía también. Sin Constitución no hay poderes constituidos,
por ejemplo, la Generalitat de Cataluña, pero sí hay poder constituyente y es
el pueblo español. Nuestra responsabilidad es defenderlo y liderarlo para
luchar por nuestras libertades y por la igualdad de todos los españoles.
4.)
Si se pone en cuestión el pacto constituyente actual, que incluye el Estado
autonómico en el que yo creo, a pesar de todo y de todos, que nadie piense que
el nuevo acuerdo se negociaría a partir de lo que ya hay, porque se iniciaría
sobre bases completamente nuevas y a partir de cero. Si se rompe el pacto, el
pacto deja de existir. Dicho de otra forma: lo peor que puede hacer un
nacionalista hoy es terminar de convencernos de que su deslealtad no tiene remedio
y, acto seguido, obligarnos a iniciar un nuevo proceso constituyente. Creo que
me estoy explicando bastante bien, porque por lo que depende del PP saldrían
muy mal parados.
5.) La Constitución no es
del PP, es de todos. La defendemos porque es de todos y porque la hemos hecho
nuestra, no porque nos beneficie, ni porque diga todo lo que nos gustaría que
dijera. Que nadie se confunda, insisto: defendemos todo lo que se pactó porque
creemos en el acto de pactar y creemos que su contenido es bueno para todos, lo
que nos gusta más y lo que nos gusta menos. En eso consiste la convivencia y
nosotros sabemos convivir.
El
sistema no se va a mover ni un metro más hacia donde Torra e Iceta pretenden y
como lo pretenden. Y si eso es lo que Sánchez y el conjunto del PSOE buscan, es
decir, si buscan una mutación para llevar el sistema más hacia la izquierda y
más hacia el cantonalismo –algo de eso se está empezando a ver ya a nivel
provincial en esta Cámara– sin que los españoles tengamos la oportunidad de
decir una sola palabra, fracasarán y obtendrán el resultado contrario. Y nosotros
contribuiremos activamente a ese fracaso.
Los que quieran volver a
la casilla de salida, los que quieran destejer lo tejido, deben saber que
perderán todas sus ventajas políticas. Desandar el camino por el que hemos
avanzado en estos más de cuarenta años, tendrá consecuencias para todos. Si
todo se pone en cuestión, todo significa todo.
Queridos amigos,
Tenemos al secretario
general del Partido Socialista Obrero Español negociando la soberanía con
defensores del terrorismo, con delincuentes condenados en firme y golpistas que
han cometido delitos de sedición. Pero, al parecer, para algunos el problema
somos nosotros.
Este
cínico eclipse moral tiene que llegar a su fin. Hasta aquí podemos llegar.
Sánchez no se va a comprar
la presidencia al precio de la soberanía nacional, ni tampoco al precio de la
destrucción de la alternativa democrática y moderada que representa el Partido
Popular. Que nadie desprecie el amor de los españoles a su libertad, a su
soberanía y a sus derechos. Y que nadie desprecie el compromiso democrático y
constitucional del Partido Popular.
Ni espada ni pared.
¿Negociar con lealtad y garantías cuando se pida como se debe y para el bien de
España? Sí; pero aceptar chantajes a costa de la soberanía nacional o de
nuestra propia continuidad como pilar esencial del sistema político español
para apuntalar la huida hacia delante de Sánchez, nunca. No necesitamos ni
menos España ni menos PP, necesitamos lo justo lo contrario. Ni vamos a hacer
presidente a Sánchez ni nadie va a cambiar el sistema por las bravas con la
excusa de que no le hacemos presidente.
La derecha democrática
española existe, a pesar de todos los que han querido dividirla y debilitarla
para poder hacer lo que quieren hacer ahora. Hemos cumplido siempre y se nos va
a respetar. Y lo primero que se debe respetar es nuestra decisión de no hacer
presidente al peor socialista de los últimos cuarenta años y bajo la amenaza de
volarnos el sistema.
El
acierto táctico no será suficiente en esta situación. La situación de España
hoy es una prueba exigente del liderazgo social y político del Partido Popular.
Lo que España necesita hoy de nosotros es que sigamos en nuestro sitio.
Este es el partido que más
progreso social real y más libertad ha traído a los españoles. Un partido que
jamás ha sido desleal. En nuestra agenda no está solo España como gran palabra,
en nuestra agenda están también los españoles, sus derechos y sus libertades,
íntegros.
Por eso mantengámonos
firmes y convencidos de que somos la solución y no el problema. Como siempre.
Para todos. Esa es nuestra tarea de hoy. La que España nos reclama. La que
siempre hemos atendido y la que siempre atenderemos.
Muchas gracias."
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