Conforme se van levantando las restricciones, el avance hacia la recuperación económica sigue siendo incierto y vulnerable a una segunda oleada de contagios.
Según la OCDE, será fundamental fortalecer los sistemas de salud y ayudar a las personas y las empresas a adaptarse al mundo pos-COVID.
Las medidas de contención adoptadas por la mayor parte de los gobiernos han sido necesarias para frenar la propagación del virus y reducir el número de fallecidos, también han paralizado la actividad en muchos sectores y causado dificultades económicas generalizadas.
Los responsables de las políticas han adoptado una extensa gama de medidas excepcionales para apoyar a los sistemas de salud, los ingresos de los ciudadanos, así como para ayudar a las empresas y estabilizar los mercados financieros.
Dado que hay pocas perspectivas de que una
vacuna sea ampliamente accesible este año, y ante una incertidumbre sin
precedentes, la OCDE ha adoptado una medida poco habitual que consiste en
presentar dos escenarios igualmente probables: un escenario en el que el virus
se controla, y otro en el que se produce un segundo brote mundial antes de
finalizar el año 2020.
En caso de que ese segundo brote provocara
nuevas medidas de confinamiento, se prevé que la producción económica mundial
se desplomaría un 7,6% este año, antes de remontar un 2,8% en 2021. En sus
niveles máximos, la tasa de desempleo de las economías de la OCDE sería más del
doble de la tasa anterior a la pandemia, con una escasa recuperación del empleo
el próximo año.
En caso de que se evitara un segundo brote
de contagios, se prevé que la actividad económica mundial caería un 6% en 2020
y el desempleo aumentaría en la OCDE hasta el 9,2% desde el 5,4% registrado en
2019.
La repercusión económica de los
confinamientos estrictos y relativamente prolongados impuestos en Europa será
especialmente dura. Si se desencadena un segundo brote, se prevé que el PIB de
la zona del euro se desplome un 11½% este año, y más del 9% aun evitándose un
segundo brote, mientras que el PIB de Estados Unidos caería un 8,5% y un 7,3%
respectivamente, y el de Japón un 7,3% y un 6%.
Para España los pronósticos de la OCDE son muy desfavorables; en el escenario mas benigno el PIB caería un 11,1 % y para el caso de un segundo brote al 14,4%.
Entretanto, las economías emergentes como Brasil, Rusia y Sudáfrica se enfrentan a desafíos especialmente complicados, debido a sus sistemas de salud sometidos a una fuerte presión y las dificultades provocadas por la caída de los precios de las materias primas. Sus economías caerían un 9,1%, 10% y 8,2% respectivamente en caso de un escenario con un segundo brote, y un 7,4%, 8% y 7,5% en caso de un solo brote. El PIB de China y el de la India se verán relativamente menos afectados, con una disminución del 3,7% y el 7,3% respectivamente en caso de un segundo brote y del 2,6% y el 3,7% en caso de un solo brote.
En ambos escenarios, la actividad
económica, después de una rápida reanudación inicial, tomará tiempo en volver a
los niveles de antes de la pandemia. La crisis dejará cicatrices
duraderas: una caída en los niveles de vida, un alto desempleo y una inversión
débil. La pérdida de puestos de trabajo en los sectores más afectados,
como el turismo, la hostelería y el entretenimiento, afectará especialmente a
los trabajadores poco cualificados, informales y jóvenes.
Las Perspectivas indican que las ayudas
públicas dirigidas a las personas y empresas de los sectores más afectados
tendrán que evolucionar pero deberán seguir siendo sustanciales.
En declaraciones previas a la mesa redonda
ministerial especial de la OCDE, presidida por Nadia Calviño, vicepresidenta y
ministra de Economía y Transformación Digital del Gobierno de España, para
debatir la adopción de políticas como respuesta a la pandemia, el secretario
general de la OCDE, Ángel Gurría, ha afirmado: "La incertidumbre es
claramente extrema en el contexto actual, pero las implicaciones en materia de
políticas macroeconómicas no son simétricas. Los encargados de la formulación
de políticas tenían razón al no demorarse en introducir medidas de emergencia,
y ahora deben evitar ser demasiado rápidos en retirarlas".
"La forma en que los gobiernos actúen
hoy determinará el mundo posterior al COVID en los años venideros", ha
añadido. "Esto es cierto no sólo en el plano nacional, donde las políticas
adecuadas pueden fomentar una recuperación resiliente, inclusiva y sostenible,
sino también en la forma en que los países cooperan para hacer frente juntos a
los desafíos mundiales. La cooperación internacional, que hasta ahora ha sido
un punto débil de la respuesta política, puede generar confianza y tener
importantes efectos indirectos positivos”.