martes, 1 de diciembre de 2020

La crisis del COVID-19 destaca el aumento de las disparidades regionales en la atención de la salud y la economía, dice la OCDE

 

Según un nuevo informe de la OCDE, los efectos de la crisis del COVID-19 en las personas y las economías han puesto de manifiesto las disparidades regionales cada vez mayores en lo referente al acceso a la atención de la salud y el crecimiento económico, así como las disparidades en materia de digitalización persistentes durante la última década.

En el Panorama de las Regiones y Ciudades 2020 (Regions and Cities at a Glance 2020) se afirma que al principio de la pandemia, algunas regiones estaban menos preparadas que otras para enfrentar la emergencia sanitaria. 

Con 10 camas por cada 1000 habitantes, las regiones cercanas a las zonas metropolitanas cuentan con casi el doble de camas que las regiones alejadas. Durante las últimas décadas, en la mayoría de las regiones de los países de la OCDE se registró una considerable reducción del número de camas hospitalarias disponibles por habitante, con una disminución promedio de 6% desde 2000 y de 22% en zonas alejadas.

El impacto del COVID-19 sobre la salud fue especialmente grave en algunas zonas del interior de los países. Por ejemplo, en algunas regiones de Colombia, Italia y España, el número de muertes entre febrero y junio de 2020 fue al menos 50% más alto que el promedio registrado durante el mismo periodo en los dos años anteriores.

Las tasas de mortalidad que provocan que algunos lugares sean más vulnerables a crisis sanitarias que otros también varían mucho. En algunas regiones de México, Chile y Estados Unidos, cerca de 40% o más de la población es obesa, lo cual representa un mayor riesgo de contraer enfermedades fatales. Por ejemplo, en Mississippi, dados sus niveles de obesidad más altos, la probabilidad promedio de que las personas padezcan síntomas graves si se infectan con COVID-19 es cerca de 23% mayor que en Colorado.

Asimismo, los habitantes de ciudades grandes y de capitales también tuvieron mayor capacidad de cambiar rápidamente al trabajo a distancia. Por su parte, en muchas zonas rurales persisten factores como falta de acceso a servicio de banda ancha de alta velocidad, un menor porcentaje de empleos susceptibles de realizarse a distancia y una fuerza laboral con menor nivel educativo. En las zonas rurales, en promedio, uno de cada tres hogares carece de acceso a servicio de banda ancha de alta velocidad. En general, solo siete de 26 países lograron asegurar el acceso a la conexión de alta velocidad a más de 80% de los hogares de regiones rurales. Y en algunas regiones de Italia, Portugal y Turquía, 25% o más de la población no usa Internet o no tiene computadora.

Algunas regiones también afrontaban problemas económicos antes de la crisis. Después de un periodo de disminución a principios de la década de 2000, las brechas en el PIB per cápita en todas las regiones pequeñas de los países de la OCDE crecieron. Ello refleja un prolongado proceso de concentración de la población y las actividades económicas en las zonas metropolitanas.

El crecimiento de las disparidades económicas regionales sigue siendo muy heterogéneo en los distintos países. A diferencia de la tendencia imperante en toda la OCDE, en la mitad de sus países miembros la brecha entre sus regiones más ricas y aquellas más pobres aumentó. Las tendencias en la productividad regional siguen pautas similares. Desde 2008, en solo un tercio de los países de la OCDE se ha observado un aumento de la productividad en todas las regiones.

Con más de 100 indicadores, Panorama de las Regiones y Ciudades 2020 (Regions and Cities at a Glance 2020) combina estadísticas oficiales con indicadores nuevos modelados basados en fuentes de datos menos convencionales, analizando las tendencias en salud, bienestar, crecimiento económico, empleo y medio ambiente, así como la preparación de las regiones y las ciudades para afrontar crisis globales y adaptarse a megatendencias.