Difunde hoy el Banco de España mediante una nota describe los rasgos principales de las proyecciones macroeconómicas de la economía española para el período 2021-2023, que se publica hoy en su página web.
Las perspectivas
económicas siguen sujetas a un elevado grado de incertidumbre, vinculada tanto,
en el corto plazo, a la evolución de la pandemia y la velocidad del proceso de
inmunización de la población como, a medio plazo, a las consecuencias
económicas de la crisis.
A su vez, estas últimas
dependerán de dos aspectos.
En primer lugar, de las secuelas
que la pandemia pueda dejar sobre el tejido productivo y laboral, en términos
de destrucción de empresas y desempleo de larga duración.
En segundo, de la
velocidad de reversión de algunos cambios en el comportamiento de los agentes
inducidos por la crisis (en particular, el intenso repunte de la tasa de ahorro
de los hogares y la severa caída de las exportaciones turísticas).
El escenario central
contempla la posibilidad de que en los próximos meses surjan nuevos brotes de
la enfermedad, cuya contención requeriría aplicar medidas de contención
similares a las vigentes recientemente. Se proyecta, además, que la progresiva
administración de las vacunas permita una retirada gradual de estas medidas,
hasta su desaparición prácticamente plena a finales de 2021.
Con respecto a los cambios
inducidos en el comportamiento de los agentes como consecuencia de la crisis
sanitaria, bajo el escenario central, la tasa de ahorro de las familias
disminuiría a lo largo del horizonte de proyección, pero se mantendría al final
del mismo algo por encima de su nivel previo a la pandemia.
Asimismo, la naturaleza
incompleta del proceso de vacunación durante los próximos trimestres haría que
los flujos de turismo receptor no alcancen un grado relativamente elevado de
normalización hasta 2022.
Bajo el escenario central,
el PIB crecería un 6% en media anual en 2021, lo que, tras un primer semestre
débil, sería consecuencia de la aceleración de la actividad en la segunda mitad
del año, vinculada a los avances en el proceso de vacunación y a la
implementación de los proyectos ligados al programa europeo NGEU.
En comparación con las
previsiones de diciembre, la menor fortaleza de la actividad en el corto plazo
conduce a que la tasa 2/2 media de crecimiento en 2021 sea inferior en 0,8 puntos
porcentuales (pp) a la contemplada en el escenario central de diciembre.
El pronunciado dinamismo
del PIB que se proyecta para el segundo semestre de 2021 daría lugar a un
potente efecto arrastre en 2022, de modo que el producto de la economía presentaría
un avance también elevado el próximo año (del 5,3%), antes de moderarse en 2023
(1,7%).
Dado el elevado grado de
incertidumbre que persiste, se ha optado, como en los últimos trimestres, por
la formulación, además de un escenario central, de dos alternativos.
Los escenarios difieren en
los supuestos relativos a la evolución de la pandemia y al grado de avance en
el proceso de inmunización de la población, así como, también, en relación con
los efectos a medio plazo de la pandemia sobre el tejido productivo y sobre el
comportamiento de los agentes.
Bajo el escenario suave se proyecta una resolución más rápida de la crisis sanitaria y unas menores secuelas de la crisis que en el central, mientras que lo contrario sucede bajo el escenario severo. En comparación con las proyecciones de diciembre, el rango de variación entre los niveles del PIB en el cuarto trimestre de 2023 bajo los distintos escenarios es algo más reducido, como resultado de la disminución de las incertidumbres de naturaleza puramente epidemiológica.
Las diferencias
entre escenarios serían en mayor medida atribuibles a la magnitud de las
secuelas de medio plazo de la crisis y al comportamiento más o menos precavido
de los agentes económicos en sus decisiones de gasto. La recuperación de los
niveles de PIB pre-pandemia tendría lugar en 2023 en el escenario central y se
adelantaría algo más de un año en el escenario suave, mientras que, en el
severo, el nivel del PIB se mantendría todavía, al final del horizonte de
proyección, algo por debajo del observado antes de la crisis sanitaria.
El repunte reciente del IAPC tiene en gran medida una naturaleza transitoria. En la segunda mitad de 2021, se espera una reversión del aumento del componente energético de los últimos meses, lo que llevaría a que la tasa de inflación muestre un perfil descendente. En términos de las tasas medias anuales, se espera que el IAPC crezca un 1,4% en 2021, y un 0,8% y un 1,2%, respectivamente, en cada uno de los dos años posteriores, por lo que, al final del horizonte de proyección, la tasa se mantendría alejada del valor de referencia para la estabilidad de precios del 2%.
Los riesgos que rodean las proyecciones de crecimiento de la actividad en el escenario central siguen orientados a la baja en el corto plazo, y estarían vinculados, fundamentalmente, a episodios más intensos de contagios o una progresión más lenta en el calendario de inmunización de la considerada en el escenario central. Más allá del corto plazo, la incertidumbre ha tendido a mitigarse en los últimos meses al confirmarse la efectividad de las vacunas, lo que ha reducido la probabilidad de materialización de los escenarios más desfavorables.
La incertidumbre ha tendido a verse reducida también como
consecuencia del paquete fiscal recientemente aprobado en Estados Unidos y del
acuerdo para la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Como consecuencia,
los riesgos que rodean las proyecciones de crecimiento de la actividad en el
escenario central están más equilibrados en el medio plazo de lo que lo estaban
hace algunos meses.