Publica hoy el diario “La Región” una información del periodista Pablo Galán titulada “La alta velocidad cumple diez años: revolución con sombras”.
Dice así:
"El récord de
usuarios por los tiempos reducidos choca con precios elevados y el golpe al
rural
Aunque será por
primera vez el martes de la próxima semana cuando parta de Ourense un tren
puramente AVE con viajeros a bordo, la ciudad de As Burgas se subió al
ferrocarril de alta velocidad ya hace una década.
Este pasado 11 de diciembre se cumplía el
décimo aniversario de la puesta en marcha de la línea entre Santiago y A
Coruña, que ponía a Galicia en el mapa de la modernización ferroviaria y que,
10 años después, deja un balance de muchas luces, pero también algunas sombras.
La alta velocidad
cumple diez años: revolución con sombras
La revolución que supuso esta infraestructura,
cuyo coste era cifrado en 2011 por el Gobierno central de entonces en 3.300
millones de euros, es innegable. El servicio Avant, operado con trenes de la
flota de última generación S-121, recortó la duración de los viajes a tiempos
poco antes inimaginables, como sucederá desde el 21 de diciembre cuando Madrid
se quede a dos horas y cuarto de la estación de A Ponte. Así, de algo más de
hora y media que llevaba recorrer el trayecto Ourense-Santiago, se logró una reducción
del 60% hasta los 38 minutos, mientras que A Coruña quedaba a apenas una hora y
ocho minutos del barrio de A Ponte, cuando antes de esta línea el tiempo se
elevaba hasta las dos horas y cuarto.
La mejora en la
competitividad (es mucho más rápido que cualquier otro medio de transporte)
tuvo un claro reflejo en la ocupación, ya que el número de viajeros fue
creciendo paulatinamente en este corredor desde los 269.700 de 2012 a los
747.000 de 2019, una evolución solo frenada por la pandemia. Renfe cifró en
casi cinco millones de usuarios los que han utilizado la alta velocidad gallega
desde 2011.
Pese a las claras
mejoras, hay también una larga lista de sombras. Entre ellas, destaca
especialmente lo sucedido el 24 de julio de 2013, cuando se produjo el
accidente de un Alvia que descarriló en Angrois, a cuatro kilómetros de
Santiago. Hubo 80 fallecidos y 144 heridos y lo sucedido puso sobre la mesa si
la línea se había puesto en marcha con todos los sistemas de seguridad,
revisando a partir de ahí Renfe y Adif todos sus protocolos.
Otro aspecto que ha
generado controversia es el precio del billete Avant, que no ha dejado de
crecer hasta situarse este año en 17,7 euros el tique sencillo entre Ourense y
Santiago. El agravio es todavía mayor después de que el Gobierno central (en
aquel momento del PP) sí accediese a reducir el coste para el usuario
únicamente en el trayecto entre la capital gallega y A Coruña, obviando el
Ourense-Santiago. Los ourensanos pagan además seis céntimos más por kilómetro
que aquellos usuarios de trenes en la franja atlántica, una línea también
concebida para la alta velocidad.
Asimismo, los
horarios y frecuencias diarias tampoco convencen. Si en 2011 la línea se
inauguraba con un servicio desde Ourense a las 7,00 horas, que permitió estar
en Santiago antes de las ocho de la mañana para estudiar o trabajar, desde hace
más de un año Renfe ha suprimido ese tren madrugador (el primero sale a las
7,55) y ni siquiera los nuevos horarios a partir del AVE lo recuperan, algo que
sí sucede en sentido opuesto.
El hito de la alta velocidad también supuso un golpe al tren convencional, con la comarca de Carballiño sufriendo periódicamente recortes en los servicios que allí se prestaban y que en la actualidad han quedado reducidos a la mínima expresión. Eso se nota también en la relación con Vigo, que al quedar aislada por ahora de conexión directa de alta velocidad está más cerca en autobús y coche que en tren.