Señora
presidenta:
Señorías:
Conciudadanas y
conciudadanos europeos:
Por vez primera desde su creación, este Parlamento celebra el debate sobre el estado de nuestra Unión mientras la guerra asola territorio europeo.
Todos recordamos aquella aciaga mañana de finales de febrero.
En todos los rincones de nuestra Unión, amanecimos sobrecogidos ante los sucesos que estábamos presenciando. Estremecidos ante el resurgir del implacable y cruel rostro del mal. Atormentados por el sonido de las sirenas y la cruda brutalidad de la guerra.
Pero, desde ese mismo momento, todo un continente se alzó en un movimiento solidario.
Al otro lado de los pasos fronterizos, donde los refugiados hallaron cobijo. En nuestras calles, cuajadas de banderas ucranianas. En las aulas, donde los escolares ucranianos han hecho nuevos amigos.
Desde ese mismo momento, los europeos ni se escondieron ni vacilaron.
Sacaron fuerzas para hacer lo que tenían que hacer.
Desde ese mismo momento, toda nuestra Unión ha estado a la altura de las circunstancias.
Hace quince años, cuando estalló la crisis financiera, tardamos años en encontrar soluciones duraderas.
Una década más tarde, cuando nos golpeó una pandemia mundial, reaccionamos en solo unas semanas.
Pero este año, en cuanto el ejército ruso cruzó la frontera de Ucrania, nuestra respuesta fue unánime, resuelta e inmediata.
Es algo de lo que tenemos que sentirnos orgullosos.
Hemos conseguido que vuelva a aflorar la fuerza interior de Europa.
Una fuerza que nos hará mucha falta. Los meses que se avecinan no serán fáciles. Ni para las familias que tienen dificultades para llegar a fin de mes, ni para las empresas que han de tomar decisiones críticas sobre su futuro.
Seamos claros: hay mucho en juego. No solo para Ucrania, sino para toda Europa y para el resto del mundo.
Nos van a poner a prueba. Nos van a poner a prueba quienes desean explotar cualquier tipo de división en nuestro seno.
No se trata solo de una guerra declarada por Rusia a Ucrania.
Es una guerra contra nuestra energía, contra nuestra economía, contra nuestros valores y contra nuestro futuro.
Es la guerra de la autocracia contra la democracia.
Y hoy comparezco aquí con la convicción de que, gracias a nuestro valor y a nuestra solidaridad, Putin fracasará y Europa vencerá.
EL VALOR DE LA SOLIDARIDAD CON NUESTROS HÉROES
Señorías:
Hoy el valor tiene un nombre, y ese nombre es Ucrania.
El valor tiene un rostro, y es el de las mujeres y los hombres ucranianos que resisten frente a la agresión rusa.
Recuerdo un momento, durante las primeras semanas de la invasión, en el que la primera dama de Ucrania, Olena Zelenska, reunió a los padres de los niños ucranianos asesinados por el invasor.
Cientos de familias para las que la guerra no terminará jamás y cuya vida nunca volverá a ser lo que era.
Vimos cómo la primera dama acompañaba a un grupo grande y silencioso de madres y padres destrozados, y cómo, juntos, colgaron campanillas en los árboles, una por cada pequeño muerto.
El viento hará sonar esas campanillas para siempre, como para siempre vivirán en nuestro recuerdo las víctimas inocentes de esta guerra.
Y ¡hoy está aquí con nosotros!
Querida Olena, hacía falta tener un inmenso valor para resistir a la crueldad de Putin.
Pero supiste hacer acopio de ese valor.
Ha surgido una nación de héroes.
Hoy, Ucrania resiste firmemente porque todo un país ha combatido, calle por calle, hogar por hogar.
Ucrania resiste porque valientes como tu marido, el presidente Zelenski, han permanecido en Kiev para liderar la resistencia, a tu lado y al lado de tus hijos, querida primera dama.
Has infundido valor a toda la nación. Y, como hemos visto en los últimos días, el coraje de los ucranianos está dando resultado.
Has dado voz a tu pueblo en la escena mundial.
Y nos has
dado esperanza a todos.
Por eso, hoy queremos darte las gracias. A ti y a todos los ucranianos y ucranianas.
Gloria a una patria de héroes europeos. Slava Ukraini!
La solidaridad de Europa con Ucrania seguirá siendo inquebrantable.
Desde el primer día, Europa ha estado al lado de Ucrania. Con armas. Con fondos. Con su hospitalidad hacia los refugiados. Y con las sanciones más severas de la historia.
El sector financiero de Rusia está en estado crítico. Hemos excluido a tres cuartas partes del sector bancario ruso de los mercados internacionales.
Casi un millar de empresas internacionales han abandonado el país.
La producción de automóviles se ha reducido en tres cuartas partes en comparación con el año pasado. La falta de piezas de recambio está obligando a Aeroflot a aparcar sus aviones. Ante la falta de semiconductores, el ejército ruso está extrayendo chips de los lavavajillas y los refrigeradores para reparar el material militar. La industria rusa está en ruinas.
Y es el Kremlin quien está destruyendo la economía de ese país.
Tal es el precio del rastro de muerte y destrucción de Putin.
Quiero dejarlo muy claro: no vamos a levantar las sanciones.
Es el momento de mantenernos firmes y no de hacer política de apaciguamiento.
Lo mismo puede decirse de nuestra ayuda financiera a Ucrania.
Hasta la fecha, el Equipo Europa ha aportado más de 19.000 millones de euros en asistencia financiera.
Y eso, sin contar nuestra ayuda militar.
El nuestro es un apoyo a largo plazo.
La reconstrucción de Ucrania requerirá ingentes recursos. Por dar un ejemplo: los bombardeos rusos han dañado o destruido más de setenta escuelas.
Medio millón de niños ucranianos han empezado el curso escolar en la Unión Europea, pero muchos otros, que permanecen en Ucrania, no tienen siquiera aulas.
Así que quiero anunciar hoy que trabajaremos junto con la primera dama en favor de la rehabilitación de las escuelas ucranianas que hayan sufrido daños. Y, con tal fin, aportaremos 100 millones de euros. Porque el futuro de Ucrania empieza en sus escuelas.
No solo aportaremos ayuda financiera; además, capacitaremos a Ucrania para que explote su potencial al máximo.
Ucrania es ya un polo tecnológico emergente en el que recientemente han surgido múltiples empresas innovadoras.
Deseo por lo tanto que movilicemos toda la potencia de nuestro mercado único para contribuir a acelerar el crecimiento y crear oportunidades.
En el mes de marzo logramos conectar Ucrania a nuestra red eléctrica. Se trataba de una iniciativa prevista para 2024, pero la llevamos a cabo en dos semanas. Y, en estos momentos, Ucrania nos exporta electricidad. Quiero ampliar significativamente este comercio que redunda en beneficio mutuo.
Ya hemos suspendido los derechos de importación que se aplicaban a las exportaciones ucranianas a la UE.
Integraremos a Ucrania en nuestro amplio espacio europeo de itinerancia gratuita.
Nuestros corredores solidarios están siendo un gran éxito.
Apoyándose en todos esos logros, la Comisión trabajará junto con Ucrania para asegurar el acceso sin trabas de este país al mercado único, y viceversa.
Nuestro mercado único es uno de los grandes logros de Europa. Ha llegado el momento de que también lo sea para nuestros amigos ucranianos.
Por ese motivo, hoy mismo viajaré a Kiev para tratar detalladamente de esta cuestión con el presidente Zelenski.
Señorías:
Una de las enseñanzas de esta guerra es que teníamos que haber escuchado a quienes conocían a Putin.
A Anna Politkovskaya y a todos los periodistas rusos que expusieron sus crímenes y pagaron por ello el precio más alto.
A nuestros amigos en Ucrania, Moldavia y Georgia y a la oposición en Bielorrusia.
A las voces que se alzaban dentro de nuestra propia Unión, en Polonia, en los países bálticos, en toda Europa Central y Oriental.
Durante años estuvieron diciéndonos que Putin no pararía.
Y se prepararon para ello.
Nuestros amigos bálticos han hecho grandes esfuerzos para poner fin a su dependencia respecto de Rusia. Han invertido en energías renovables, en terminales de GNL y en interconectores.
Se trata de inversiones muy costosas, pero la dependencia respecto de los combustibles sólidos rusos sale mucho más cara.
Tenemos que salir de esta dependencia en toda Europa.
Con tal fin, hemos decidido adoptar un sistema de almacenamiento conjunto. Hemos llegado al 84 %, por lo que hemos rebasado nuestro objetivo.
Pero, por desgracia, eso no bastará.
Hemos diversificado nuestras fuentes de abastecimiento, sustituyendo a Rusia por proveedores más fiables: los Estados Unidos, Noruega, Argelia y otros.
El año pasado, el 40 % de nuestras importaciones de gas procedieron de Rusia. En estos momentos, la cifra se ha reducido al 9 % de gas de gasoducto.
Con todo, Rusia sigue manipulando activamente nuestro mercado de la energía. Prefieren quemar el gas a suministrarlo. El mercado ha dejado de funcionar.
Además, la crisis climática está pesando gravemente sobre nuestras facturas. Las olas de calor han disparado la demanda de electricidad. Las sequías han parado centrales hidroeléctricas y nucleares.
Como consecuencia, los precios del gas se han multiplicado por diez con respecto a los anteriores a la pandemia.
Llegar a fin de mes se está convirtiendo en una fuente de ansiedad para millones de empresas y hogares.
Pero los europeos también están haciendo frente con valor a esta situación.
Los trabajadores de ciertas fábricas de cerámica del centro de Italia han decidido modificar sus turnos y empezar a trabajar a primerísima hora para aprovechar los precios más baratos de la energía.
Imaginemos a aquellos que sean padres o madres y que tengan que salir de casa muy temprano, cuando sus hijos aún duermen, a causa de una guerra que no han escogido.
Este no es sino uno de los innumerables ejemplos de cómo los europeos se están adaptando a esta nueva realidad.
Quiero que nuestra Unión siga el ejemplo de estas personas. La reducción de la demanda durante las horas punta prolongará la duración del suministro y abaratará los precios.
Por eso hemos
propuesto medidas para que los Estados miembros reduzcan su consumo global de
energía.
Pero se necesitan ayudas más específicas.
Para algunas industrias, como las fábricas de vidrio que han tenido que apagar sus hornos. O para las familias monoparentales que se ven abrumadas ante la sucesión de facturas que tienen que pagar.
Millones de europeos necesitan ayuda.
Los Estados miembros de la UE han invertido ya miles de millones de euros en asistencia a los hogares vulnerables.
Pero sabemos que no será suficiente.
Por ello, proponemos limitar los ingresos de las empresas que producen electricidad a bajo coste.
Estas empresas están obteniendo unos ingresos con los que no contaban, con los que ni siquiera soñaban.
En nuestra economía social de mercado, los beneficios son positivos.
Pero en los tiempos en los que vivimos no puede ser que algunos obtengan unos beneficios extraordinarios y sin precedentes gracias a la guerra y a costa de los consumidores.
En estos momentos, los beneficios deben compartirse y canalizarse hacia quienes más los necesitan.
Nuestra propuesta recaudará más de 140.000 millones de euros que permitirán a los Estados miembros amortiguar el golpe de manera directa.
Y debido a que estamos inmersos en una crisis de combustibles fósiles, la industria de los combustibles fósiles también tiene una obligación especial.
Las grandes empresas de petróleo, gas y carbón también están obteniendo enormes beneficios. Y por eso tienen que pagar una parte equitativa: tienen que aportar una contribución contra la crisis.
Todas estas son medidas de emergencia y temporales en las que estamos trabajando, incluido el debate sobre la limitación de precios.
Es necesario que sigamos trabajando para reducir los precios del gas.
Tenemos que garantizar la seguridad del suministro y, a la vez, nuestra competitividad a escala mundial.
Para ello, desarrollaremos con los Estados miembros un conjunto de medidas que tengan en cuenta la naturaleza específica de nuestra relación con los proveedores, desde los menos fiables, como Rusia, hasta los amigos en los que se puede confiar, como Noruega.
En ese sentido, he acordado con el primer ministro Store crear un grupo de trabajo cuyos equipos ya están manos a la obra.
Hay otro tema importante en el orden del día. Hoy, nuestro mercado del gas ha cambiado radicalmente: ha pasado de depender principalmente del gas de gasoducto a recurrir a cantidades cada vez mayores de GNL.
Sin embargo, el índice de referencia utilizado en el mercado del gas —el Servicio de Transferencia de Títulos (TTF, por sus siglas en inglés)— no se ha adaptado.
Por ello, la Comisión trabajará para establecer un índice de referencia más representativo.
Al mismo tiempo, también sabemos que las empresas energéticas se enfrentan a graves problemas de liquidez en los mercados de futuros de electricidad, lo que pone en peligro el funcionamiento de nuestro sistema energético.
Trabajaremos con los reguladores del mercado para aliviar estos problemas modificando las normas sobre las garantías y adoptando medidas para limitar la volatilidad intradiaria de los precios.
Y en octubre, modificaremos el Marco Temporal relativo a las medidas de ayuda estatal a fin de permitir que se concedan garantías estatales preservando unas condiciones de competencia equitativas.
Todo ello constituye un primer paso. Pero, al tiempo que nos enfrentamos a esta crisis inmediata, también debemos mirar hacia el futuro.
La configuración actual del mercado de la electricidad, basada en el orden de mérito, ha dejado de ser justa para los consumidores.
Estos deberían aprovechar los beneficios de las energías renovables de bajo coste.
Por lo tanto, tenemos que desligar la influencia dominante del gas sobre el precio de la electricidad. Para ello, llevaremos a cabo una reforma profunda e integral del mercado de la electricidad.
Les hablaré ahora de una cuestión fundamental. Hace medio siglo, en la década de 1970, el mundo se enfrentaba a otra crisis de combustibles fósiles.
Algunos
recordamos los fines de semana sin coches que tenían como objetivo ahorrar
energía. Y sin embargo, seguimos circulando por la misma carretera.
No eliminamos
nuestra dependencia del petróleo. Y lo que es peor aún, los combustibles
fósiles recibieron subvenciones masivas.
Todo ello fue
negativo, no solo para el clima, sino también para nuestras finanzas públicas y
para nuestra independencia. Y hoy en día seguimos pagando las
consecuencias.
Solo unos pocos
visionarios entendieron que el verdadero problema, más allá de los precios,
eran los propios combustibles fósiles.
Entre ellos se
encontraban nuestros amigos daneses.
Cuando estalló
la crisis del petróleo, Dinamarca comenzó a invertir de forma decidida con el
fin de aprovechar la energía eólica.
Sentaron las
bases de su liderazgo mundial en el sector y crearon decenas de miles de nuevos
puestos de trabajo.
¡Ese es el
camino que hay que seguir!
No se trata de
poner parches, sino de cambiar el paradigma y saltar hacia el futuro.
MANTENER EL
RUMBO Y PREPARARSE PARA EL FUTURO
Señorías,
La buena
noticia es que esta transformación necesaria ya ha comenzado.
Está teniendo
lugar en el Mar del Norte y en el Mar Báltico, donde nuestros Estados miembros
han realizado grandes inversiones en energía eólica marina.
Está teniendo
lugar en Sicilia, donde, muy pronto, la mayor fábrica de energía solar de
Europa producirá la última generación de paneles solares.
Y está teniendo
lugar en el norte de Alemania, donde los trenes regionales ya circulan con
hidrógeno verde.
El hidrógeno
puede marcar un antes y un después para Europa.
Tenemos que
pasar del nicho de mercado al mercado masivo del hidrógeno.
Con REPowerEU,
hemos duplicado nuestro objetivo: queremos producir diez millones de toneladas
de hidrógeno renovable en la Unión Europea cada año de aquí a 2030.
Para
conseguirlo, tenemos que crear un facilitador del mercado del hidrógeno que
colme el déficit de inversión y conecte la oferta y la demanda futuras.
Por ello, puedo
anunciar hoy que crearemos un nuevo Banco Europeo del Hidrógeno.
Este banco
contribuirá a garantizar la compra de hidrógeno, en particular utilizando los
recursos del Fondo de Innovación.
Podrá invertir
3 000 millones de euros para ayudar a construir el futuro mercado del
hidrógeno.
Así se
construye la economía del futuro.
Así es el Pacto
Verde Europeo.
Y, en los
últimos meses, todos hemos sido testigos de la importancia del Pacto Verde
Europeo.
El verano de
2022 no se nos olvidará fácilmente. Todos hemos visto los ríos secos, los
bosques incendiados y el calor extremo.
Y la situación
es aún más grave. Hasta la fecha, los glaciares de los Alpes servían de reserva
de emergencia para ríos como el Rin o el Ródano.
Sin embargo,
debido a que los glaciares de Europa se están deshelando más rápido que nunca,
las futuras sequías serán mucho más graves.
Tenemos que
trabajar sin descanso en la adaptación al cambio climático y convertir la
naturaleza en nuestro primer aliado.
Por ese motivo,
nuestra Unión abogará por un acuerdo mundial ambicioso, en favor de la
naturaleza, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad que se
celebrará este año en Montreal.
Lo mismo
ocurrirá en la COP27 que se celebrará en Sharm el-Sheij.
Pero, a corto
plazo, también debemos estar mejor equipados para hacer frente al cambio climático.
Ningún país
puede luchar por sí solo contra los fenómenos meteorológicos extremos y sus
fuerzas destructivas.
Este verano
hemos enviado aviones de Grecia, Suecia o Italia para luchar contra incendios
registrados en Francia y Alemania.
Sin embargo,
dado que estos acontecimientos son cada vez más frecuentes e intensos, Europa
necesitará incrementar su capacidad.
Por ello, hoy
anuncio que el próximo año duplicaremos nuestra capacidad de extinción de
incendios.
La Unión
Europea comprará diez aviones anfibios ligeros y tres helicópteros adicionales
para completar nuestra flota.
Así es la
solidaridad europea en acción.
Señorías,
Los últimos
años han demostrado todo lo que puede lograr Europa cuando está unida.
Tras una
pandemia sin precedentes, nuestra producción económica superó los niveles
anteriores a la crisis en un tiempo récord.
Pasamos
de no tener vacunas a garantizar más de 4 000 millones de
dosis para los europeos y para el mundo.
Y, en un tiempo
récord, creamos el instrumento SURE para que los trabajadores pudieran mantener
sus puestos de trabajo aunque sus empresas se hubieran quedado sin actividad.
Nos
encontrábamos en la recesión más profunda desde la Segunda Guerra Mundial
y logramos la recuperación más rápida desde el boom de la
posguerra.
Y ello fue
posible porque todos nos reunimos en torno a un plan de recuperación común.
NextGenerationEU
ha supuesto un impulso para la confianza de nuestra economía.
Y su travesía no ha hecho más que empezar.
Hasta la fecha,
se han desembolsado 100 000 millones de euros a los Estados miembros. Esto
significa que hay 700 000 millones de euros que aún no han aterrizado en
nuestra economía.
A fin de
mantener el empleo y el crecimiento, NextGenerationEU garantizará un flujo de
inversión constante.
Significará un
alivio para nuestra economía pero, sobre todo, significará una renovación.
NextGenerationEU
está financiando nuevas turbinas eólicas y parques solares, trenes de alta
velocidad y renovaciones que ahorrarán energía.
Diseñamos
NextGenerationEU hace casi dos años y, sin embargo, a fecha de hoy, sigue
siendo exactamente lo que Europa necesita.
Por lo tanto,
ciñámonos al plan.
Llevemos el
dinero al terreno.
Señorías,
El futuro de
nuestros hijos necesita tanto que invirtamos en sostenibilidad como que lo
hagamos de manera sostenible.
Tenemos que
financiar la transición hacia una economía digital y con cero emisiones netas.
Y, a pesar de
ello, también tenemos que reconocer una nueva realidad caracterizada por una
mayor deuda pública.
Necesitamos
unas normas presupuestarias que permitan la inversión estratégica y que
salvaguarden, al mismo tiempo, la sostenibilidad presupuestaria.
Unas normas
adecuadas para los retos de esta década.
En octubre
presentaremos nuevas ideas para nuestra gobernanza económica.
Pero permítanme
compartir con ustedes algunos principios básicos.
Los Estados
miembros deben tener más flexibilidad en sus sendas de reducción de la deuda.
Sin embargo,
debe existir una mayor responsabilidad en cuanto al cumplimiento de lo que se
haya acordado.
Deben
establecerse normas más sencillas que todos puedan seguir.
Para abrir el
espacio a la inversión estratégica y otorgar a los mercados financieros la
confianza que necesitan.
Tracemos el
curso juntos hacia el futuro una vez más.
Con mayor
libertad para invertir. Con un mayor control de los avances.
Con una mayor
implicación por parte de los Estados miembros. Y con mejores resultados para
los ciudadanos.
Volvamos a
descubrir el espíritu de Maastricht: la estabilidad y el crecimiento solo
pueden ir de la mano.
Señorías,
En estos
momentos en que nos embarcamos en esta transición de nuestra economía, debemos
confiar en los valores perennes de nuestra economía social de mercado.
Es la sencilla
idea de que la mayor fuerza de Europa reside en todos y cada uno de nosotros.
Nuestra
economía social de mercado nos anima a todos a superarnos, pero también nos
recuerda nuestra fragilidad como seres humanos.
Recompensa el
rendimiento y garantiza la protección. Ofrece oportunidades, pero también fija
límites.
Todo ello es,
hoy en día, aún más necesario.
Porque la
fortaleza de nuestra economía social de mercado impulsará la doble transición
ecológica y digital.
Necesitamos
un entorno empresarial propicio, una mano de obra con las
capacidades adecuadas, así como el acceso a las materias primas que
requiere nuestra industria.
Nuestra
competitividad futura depende de ello.
Debemos
eliminar los obstáculos que siguen lastrando a nuestras pequeñas empresas.
Las pequeñas empresas deben ocupar un lugar central en esta transformación,
ya que constituyen la columna vertebral de la larga historia de logros
industriales de Europa.
Y siempre han
puesto por delante a sus empleados, incluso, y especialmente, en tiempos de
crisis.
Pero la
inflación y la incertidumbre están pesando sobre ellas de manera especial.
Por ello,
presentaremos un paquete de ayuda a las pymes.
Este paquete
incluirá una propuesta con el objetivo de establecer un conjunto único de
normas fiscales para la actividad empresarial en Europa: lo denominamos BEFIT.
Estas normas
facilitarán la actividad empresarial en nuestra Unión. La reducción de la burocracia
permitirá un mejor acceso a un mercado continental dinámico.
Y revisaremos
la Directiva sobre morosidad –
sencillamente porque no es justo que una de cada cuatro quiebras se deba a las
facturas impagadas.
Para millones
de empresas familiares, esta revisión será un balón de oxígeno en tiempos
turbulentos.
La escasez de
recursos humanos supone otro reto para las empresas europeas.
El número de desempleados es más bajo que nunca.
Eso es bueno.
Pero al mismo
tiempo, el número de puestos vacantes se sitúa en niveles récord.
Ya sean
conductores de camión, camareros o personal de aeropuerto.
Ya sean
enfermeros, ingenieras o técnicas informáticas.
Desde el
personal no cualificado hasta el que posee un título universitario, ¡Europa necesita
a todo el mundo!
Por lo tanto,
tenemos que invertir mucho más en formación y formación continua.
Para ello,
queremos colaborar estrechamente con las empresas.
Porque ellas
son las que mejor saben qué profesionales necesitan hoy y qué profesionales
necesitarán mañana.
Y tenemos que
conciliar mejor estas necesidades con los objetivos y deseos de los propios
solicitantes de empleo en lo que respecta a su trayectoria profesional.
También
queremos atraer de forma específica a profesionales especializados del
extranjero que fortalezcan las empresas e impulsen el crecimiento en Europa.
Un primer paso
importante es mejorar y acelerar el reconocimiento de sus cualificaciones en
Europa.
Porque Europa
debe ser más atractiva para quienes tienen capacidades y quieren implicarse.
Por eso
propongo que 2023 sea el Año Europeo de la Formación y sobre todo de la
Formación Continua.
Señorías:
Paso a mi
tercer punto relativo a nuestra clase media y nuestra industria.
Independientemente
de si hablamos de chips a medida para la realidad virtual o de células de
almacenamiento para instalaciones solares, el acceso a las materias primas es
decisivo para el éxito de nuestra transformación hacia una economía sostenible
y digital.
El litio y las
tierras raras pronto serán más importantes que el petróleo y el gas.
Solo nuestra
demanda de tierras raras se multiplicará por cinco de aquí a 2030.
Y eso es una
buena señal.
Muestra el
ritmo al que avanza nuestro Pacto Verde Europeo.
El único
problema es que actualmente un solo país controla casi todo el mercado.
Debemos evitar
caer de nuevo en una situación de dependencia, como en el caso del petróleo y
del gas.
Aquí entra en
juego nuestra política comercial.
Las nuevas
asociaciones nos ayudan no solo a fortalecer nuestra economía, sino también a
promover nuestros intereses y valores a escala mundial.
Con socios
afines podemos también garantizar unos estándares laborales y medioambientales
más allá de nuestras fronteras.
Ante todo,
debemos renovar nuestras relaciones con estos socios y con las principales regiones
en crecimiento.
Por eso
presentaré para su ratificación los acuerdos con Chile, México y Nueva Zelanda.
Y estamos
impulsando las negociaciones con socios importantes como Australia y la India.
Sin embargo,
asegurar los suministros no es más que el primer paso.
El
procesamiento de estos metales es igual de esencial.
En la
actualidad, China controla la industria transformadora mundial. Casi el
90 % de las tierras raras y el 60 % del litio se procesan en China.
Definiremos
proyectos estratégicos a lo largo de toda la cadena de suministro, desde la
extracción hasta el refinado, desde la transformación hasta el reciclado. Y
crearemos reservas estratégicas allí donde el suministro esté en peligro.
Por eso, hoy
anuncio una Ley Europea de Materias Primas Fundamentales.
Sabemos que
este enfoque puede funcionar.
Hace cinco
años, Europa puso en marcha la Alianza de Baterías. Pronto, dos tercios de las
baterías que necesitamos se producirán en Europa.
El año pasado
anuncié la Ley Europea de Chips. Y la primera gigafábrica de chips entrará en
funcionamiento en los próximos meses.
Ahora tenemos
que reproducir este éxito.
Esta es también
la razón por la que aumentaremos nuestra participación financiera en proyectos
importantes de interés común europeo.
Y para el
futuro, impulsaré la creación de un nuevo Fondo para la Soberanía Europea.
Hagamos todo lo
necesario para que la industria del futuro sea «made in Europe».
DEFENSA DE
NUESTRA DEMOCRACIA
Señorías:
Al analizar el
estado del mundo hoy en día, a menudo puede parecer que se está desvaneciendo
lo que antes parecía absolutamente permanente.
Y de alguna
manera, el fallecimiento de la reina Isabel II la semana pasada nos lo
recordó.
Es toda una
leyenda.
Fue una
constante a lo largo de todos los acontecimientos turbulentos que transformaron
el mundo en los últimos 70 años.
Estoica y firme
en el servicio prestado.
Pero sobre
todo, siempre encontraba las palabras adecuadas para cada ocasión.
Desde los
llamamientos que hizo a los evacuados de guerra en 1940 hasta su discurso
histórico durante la pandemia.
No solo se
dirigía al corazón de su nación, sino también al alma de todo el mundo.
Y cuando pienso
en la situación en la que nos encontramos ahora, sigo teniendo presentes las
palabras que pronunció en el punto álgido de la pandemia.
Esto fue lo que
dijo: «Lo conseguiremos, y ese logro será mérito de cada uno de nosotros».
Siempre nos
recordó que nuestro futuro se basa en nuevas ideas y se fundamenta en nuestros
valores más antiguos.
Desde el final
de la Segunda Guerra Mundial, hemos trabajado para hacer realidad la promesa de
la democracia y del Estado de Derecho.
Las naciones
del mundo han creado conjuntamente un sistema internacional que promueve la paz
y la seguridad, la justicia y el progreso económico.
Hoy, eso es lo
que está precisamente en el punto de mira de los misiles rusos.
Lo que hemos
visto en las calles de Bucha, en los campos de cereales calcinados, y ahora a
las puertas de la mayor central nuclear de Ucrania, no es solo una
vulneración de las normas internacionales.
Es un intento
deliberado de desecharlas.
Este hito en la
política mundial requiere un replanteamiento de nuestra agenda de política
exterior.
Es el momento
de invertir en el poder de las democracias.
Esta labor
comienza con el núcleo de nuestros socios afines: nuestros amigos de cada una
de las naciones democráticas de este mundo.
Vemos el mundo
con los mismos ojos. Y debemos movilizar nuestra fuerza colectiva para
configurar el acervo mundial.
Debemos
esforzarnos por ampliar este núcleo de democracias. La manera más inmediata de
hacerlo es estrechar nuestros lazos y reforzar las democracias de nuestro
continente.
Esta labor
comienza con los países que ya están en la senda que conduce hacia nuestra
Unión.
Debemos estar a
su lado en cada uno de los pasos del camino.
Porque la senda
que lleva a conseguir democracias sólidas y la senda que conduce hacia nuestra
Unión son exactamente la misma.
Así que quiero
que los ciudadanos de los Balcanes Occidentales, de Ucrania, de Moldavia y de
Georgia sepan lo siguiente:
Formáis parte
de nuestra familia, vuestro futuro está en nuestra Unión, y nuestra Unión no
está completa sin vosotros.
También hemos
visto que es necesario tender puentes a los países de Europa, más allá del
proceso de adhesión.
Por eso apoyo
el llamamiento en favor de una comunidad política europea, y presentaremos
nuestras ideas al Consejo Europeo.
Pero nuestro
futuro también depende de nuestra capacidad para establecer lazos más allá del
núcleo de nuestros socios democráticos.
Los países,
tanto los más cercanos como los más lejanos, comparten el interés de trabajar
con nosotros en los grandes retos de este siglo, como el cambio climático y la
digitalización.
Esta es la idea
principal que subyace a la estrategia Global Gateway, el plan de
inversiones que anuncié aquí mismo hace un año.
Ya está dando
resultados sobre el terreno.
Estamos
construyendo con nuestros socios africanos dos fábricas en Ruanda y Senegal
para producir vacunas de ARNm.
Se fabricarán
en África, para África, con tecnología de categoría mundial.
Y ahora estamos
reproduciendo este modelo en toda América Latina en el marco de una estrategia
de colaboración más amplia.
Esto requiere
inversiones a escala mundial.
Para
conseguirlo, colaboraremos con nuestros amigos de los Estados Unidos y con
otros socios del G7.
En este
sentido, el presidente Biden y yo convocaremos una reunión de dirigentes para
revisar y anunciar proyectos concretos.
Señorías:
Esto forma
parte de nuestra labor de fortalecimiento de nuestras democracias.
Pero no debemos
perder de vista hasta qué punto los autócratas extranjeros tienen a nuestros
países en el punto de mira.
Algunas
entidades extranjeras están financiando instituciones que menoscaban nuestros
valores.
Su
desinformación se está propagando desde internet hasta nuestras universidades.
Este año, la
Universidad de Ámsterdam cerró un centro de investigación supuestamente
independiente, financiado en realidad por entidades chinas. Este centro
publicaba supuestas investigaciones sobre derechos humanos, desechando como
«rumores» las pruebas de la existencia de campos de trabajo forzoso para
uigures.
Estas mentiras
son tóxicas para nuestras democracias.
No nos
olvidemos: hemos aprobado legislación para controlar la inversión extranjera
directa en nuestras empresas por cuestiones de seguridad.
Si lo hacemos
por nuestra economía, ¿no deberíamos hacer lo mismo por nuestros valores?
Tenemos que
protegernos mejor de las injerencias malintencionadas.
Esta es la
razón por la que presentaremos un paquete de defensa de la democracia.
Esta iniciativa
sacará a la luz la influencia extranjera encubierta y la financiación turbia.
No permitiremos
que ningún caballo de Troya de ninguna autocracia ataque nuestras democracias
desde dentro.
Durante más de
setenta años, nuestro continente ha avanzado hacia la democracia. Pero los
beneficios de nuestro largo viaje no están garantizados.
Muchos de
nosotros hemos dado por sentada la democracia durante demasiado tiempo. Sobre todo aquellos que, como yo, nunca han experimentado lo que significa
vivir bajo el yugo de un régimen autoritario.
Hoy todos somos
conscientes de que debemos luchar por nuestras democracias. Todos los
días.
Debemos
protegerlas tanto de las amenazas externas a las que se enfrentan como de los
vicios que las corroen desde dentro.
La protección
del Estado de Derecho es el deber y la misión más noble de mi Comisión.
Por lo tanto,
permítanme asegurarles esto: seguiremos insistiendo en la independencia
judicial.
Y también
protegeremos nuestro presupuesto a través del mecanismo de condicionalidad.
Pero hoy me
gustaría centrarme en la corrupción, en todas sus vertientes. La de los agentes
extranjeros que intentan influir en nuestro sistema político. La de las
empresas turbias o las fundaciones que abusan del dinero público.
Si queremos
resultar creíbles cuando pedimos a los países candidatos que refuercen sus democracias,
también debemos erradicar la corrupción en casa.
Por ello,
durante el próximo año, la Comisión presentará medidas para actualizar nuestro
marco legislativo de lucha contra la corrupción.
Reforzaremos
las normas aplicables a delitos tales como el enriquecimiento ilícito, el
tráfico de influencias y el abuso de poder, más allá de los delitos más
clásicos, como el de soborno.
Y también
propondremos incluir la corrupción en nuestro régimen de sanciones en materia
de derechos humanos, nuestra nueva herramienta para proteger nuestros valores
en el extranjero.
La corrupción
erosiona la confianza en nuestras instituciones. Por lo tanto, debemos luchar
con toda la fuerza de la ley.
Señorías:
Nuestros
fundadores solo pretendían poner la primera piedra de esa democracia.
Siempre
pensaron que las generaciones futuras completarían su trabajo.
«La democracia
no ha pasado de moda, pero debe actualizarse para seguir mejorando la vida de
las personas».
Estas son las
palabras de David Sassoli, un gran europeo a quien todos rendimos homenaje hoy.
David Sassoli pensaba
que Europa debía buscar siempre nuevos horizontes.
Y a través de
las adversidades de los últimos tiempos hemos empezado a ver cuál podría ser
nuestro nuevo horizonte.
Una Unión más
valiente.
Más próxima a
sus ciudadanos en tiempos de necesidad.
Más audaz a la
hora de responder a los retos históricos y a las preocupaciones cotidianas de
los europeos. Y capaz de caminar a su lado cuando se
enfrentan a las grandes pruebas de la vida.
Esta es la
razón por la que la Conferencia sobre el Futuro de Europa fue tan importante.
Fue un atisbo
de un tipo diferente de participación ciudadana que va mucho más allá de una
jornada electoral.
Europa ya ha
escuchado la voz de sus ciudadanos: ahora toca actuar.
Los paneles de
ciudadanos que constituyeron el núcleo de la Conferencia serán a partir de
ahora un elemento corriente de nuestra vida democrática.
Y en la carta
de intenciones que he enviado hoy a la presidenta Metsola y al primer ministro
Fiala he esbozado una serie de propuestas para el próximo año que se derivan de
las conclusiones de la Conferencia.
Incluyen, por
ejemplo, una nueva iniciativa sobre salud mental.
Debemos cuidar
mejor los unos de los otros. Y para las muchas personas que se sienten ansiosas
y perdidas, un apoyo adecuado, accesible y asequible puede marcar la
diferencia.
Señorías:
Las
instituciones democráticas deben ganarse constantemente la confianza de los
ciudadanos.
Debemos estar a
la altura de los nuevos retos que la Historia nos sigue planteando.
Como lo
hicieron los europeos cuando millones de ucranianos llamaron a su puerta.
Esta es la
mejor cara de Europa.
Una Unión de
determinación y solidaridad.
Sin embargo,
esa determinación y ese afán de solidaridad siguen faltando en nuestro debate
sobre la migración.
Nuestras
acciones en favor de los refugiados ucranianos no deben ser una excepción.
Pueden ser nuestro modelo para el futuro.
Necesitamos
procedimientos justos y rápidos, un sistema a prueba de crisis y que pueda
desplegarse rápidamente, y un mecanismo permanente y jurídicamente vinculante
que garantice la solidaridad.
Al mismo
tiempo, necesitamos un control efectivo de nuestras fronteras exteriores, sin
menoscabo del respeto de los derechos fundamentales.
Quiero una
Europa que gestione la migración con dignidad y respeto.
Quiero una
Europa en la que todos los Estados miembros asuman la responsabilidad de los
retos que compartimos.
Y quiero una
Europa que muestre su solidaridad con todos los Estados miembros.
Hemos avanzado
en el Pacto y ya disponemos de la hoja de ruta. Lo que necesitamos ahora es la
voluntad política necesaria.
Señorías:
Hace tres
semanas tuve la increíble oportunidad de unirme a los 1 500 jóvenes de
toda Europa y del mundo que se dieron cita en Taizé.
Tienen puntos
de vista diferentes, proceden de distintos países, tienen orígenes diferentes y
hablan diferentes idiomas.
Sin embargo,
hay algo que los conecta.
Comparten un
conjunto de valores e ideales.
Creen en esos
valores.
Todos ellos se
sienten apasionados por algo más grande que ellos mismos.
Esta generación
es una generación de soñadores, pero también de realizadores.
En mi último
discurso sobre el estado de la Unión, les dije que me gustaría que Europa fuera
más parecida a estos jóvenes.
Debemos situar
sus aspiraciones en el centro de todo lo que hacemos.
Y el lugar para
ello se encuentra en nuestros Tratados constitutivos.
Todas las
acciones que adopte nuestra Unión deben inspirarse en un principio sencillo.
El de que no
debemos arruinar el futuro de nuestros hijos.
El de que
debemos conseguir que el mundo que dejamos a la próxima generación sea un lugar
mejor.
Y, por lo
tanto, Señorías, creo que ha llegado el momento de consagrar la solidaridad
entre generaciones en nuestros Tratados.
Ha llegado el
momento de renovar la promesa europea.
Y también
tenemos que mejorar la manera en que hacemos y decidimos las cosas.
Algunos podrían
decir que no es el momento adecuado. Pero, si vamos
en serio cuando hablamos de prepararnos para el mundo de mañana, debemos ser
capaces de actuar con respecto a las cosas que más importan a los ciudadanos.
E igual que nos
tomamos en serio la perspectiva de una unión más amplia, también tenemos que
tomarnos en serio la necesidad de una reforma.
Así, tal y como ha preconizado este Parlamento, creo que ha llegado el momento de celebrar una Convención Europea.
CONCLUSIÓN
Señorías:
Se dice que la
luz es más brillante en la oscuridad.
Y así fue
indudablemente para las mujeres y los niños que huyeron de las bombas rusas.
Huyeron de un
país en guerra con el corazón lleno de tristeza por lo que dejaban atrás, y de
temor por lo que acaso les esperaba.
Pero fueron
recibidos con los brazos abiertos. Por muchos ciudadanos, como Magdalena y
Agnieszka. Dos mujeres jóvenes y altruistas de Polonia.
Tan pronto como
oyeron hablar de trenes llenos de refugiados, estas dos mujeres corrieron a la
Estación Central de Varsovia.
Y empezaron a
organizarse.
Instalaron una
tienda para ayudar al mayor número posible de personas.
Se pusieron en
contacto con las cadenas alimentarias de los supermercados y con las
autoridades locales para organizar el traslado en autobuses a centros de
acogida.
En cuestión de días, reunieron a 3 000 voluntarios para acoger a los refugiados a través de un servicio de asistencia activo las 24 horas del día.
Señorías:
Magdalena y Agnieszka están hoy aquí con nosotros.
Dediquémosles un fuerte aplauso. A ellas y a todos y cada uno de los europeos que abrieron sus corazones y sus hogares.
Su historia se refiere a todo lo que nuestra Unión defiende y se esfuerza en lograr.
Es una historia de corazón, carácter y solidaridad.
Una historia que demuestra lo que los europeos podemos conseguir cuando nos unimos en torno a una misión común. Este es el espíritu de Europa.
Una Unión que se mantiene fuerte y unida.
Una Unión cuyo éxito nace de su unidad.
Larga vida a Europa."
Intervenciones de los líderes de los grupos políticos
Manfred Weber (PPE, Alemania) abogó por un «invierno de la solidaridad». «Podemos vencer a Putin y rebajar las facturas de la luz que pagan los ciudadanos». Sobre las nuevas propuestas energéticas, deploró el rol disminuido para el Parlamento y criticó la falta de liderazgo del Consejo. También pidió una moratoria en nueva legislación para evitar cargas adicionales a los agricultores y las pymes. Por último, lamentó la falta de esfuerzos para coordinar las actividades en defensa de los Estados miembros y animó a la Comisión a poner sobre la mesa, antes de diciembre, un plan europeo de acción en defensa.
El compromiso por la integridad y libertad de Ucrania debre ser firme, pero más allá de jalear las victorias, hay que apoyar a los que sufren las consecuencias económicas y sociales de la guerra, dijo Iratxe García (S&D, España). Si no lo hacemos, advirtió, «veremos crecer el populismo». García saludó las propuestas de emergencia sobre energía, y en particular el uso de parte de los beneficios de las energéticas, porque «no puede ser que se hagan millonarios a costa del sufrimiento de las familias».
Stéphane Séjourné (Renew, Francia), consideró que la lucha de Ucrania «es una lucha por los valores de Europa, es nuestra lucha, la lucha por el Estado de derecho frente a la ley del más fuerte». En su opinión, la UE cuenta con los medios para responder rápida y eficazmente a las consecuencias de la guerra sobre los ciudadanos europeos. Apoyó las medidas para reducir los precios de la energía y abogó por «reducir todas nuestras dependencias, en alimentos, materias primas, sanidad, infraestructuras digitales y de defensa». Las políticas públicas deben estar alineadas con el objetivo de la autonomía estratégica, concluyó.
«Debemos seguir apoyando a Ucrania, e incluso intensificar esos esfuerzos», insitió Ska Keller (Verdes/EFA, Alemania). Sin embargo, la solidaridad también ha de reforzarse dentro de la UE. Debemos asegurarnos de que los costes de estos tiempos recaen sobre aquellos que pueden soportarlos. «Al final, la única salida de esta crisis es usar menos energía y más renovables». Keller también instó a la CE a garantizar que «no proporciona fondos a Polonia y Hungría a no ser que retornen al camino del Estado de derecho».
Marco Zanni (ID, Italia) consideró que las medidas propuestas «no son ni de lejos suficientes para ofrecer ayuda concreta a los que están sufriendo». «El tope al precio del gas, la única medida que ayudará de alguna manera a los ciudadanos y empresas (...) sigue en discusión». Zanni urgió a la Comisión a considerar que el mundo de 2019 ha cambiado y que algunas políticas ya no son viables, pues no han servido ni para proteger el medio ambiente ni para completar la transición industrial y socio-económica.
Raffaele Fitto (ECR, Italia) reclamó seguir reforzando la Alianza Atlántica y el mantenimiento de las sanciones, la única vía «para conseguir resultados». Sin embargo, enfatizó la necesidad de asegurar «verdadera unidad» en la UE para ser capaces de afrontar «dos grandes cuestiones: la energía y el apoyo a las familias y empresas». Necesitamos respuestas, insistió: «el tope al precio del gas es uno de ellos, como es la desvinculación del precio del gas y la electricidad».
Manon Aubry (La Izquierda, Francia) destacó que los ciudadanos no pueden pagar sus facturas. Los salarios están estancados, mientras la inflación y la energía se disparan, pero los dividendos aumentan y los millonarios usan sus aviones privados, lamentó. Aubry valoró la imposición de un impuesto a los beneficios extraordinarios de las energéticas, y recordó que su grupo era el único que lo pedía. En su opinión, debería extenderse a todas las empresas que se benefician de la crisis.