El Congreso de los Diputados y el Senado se han reunido hoy, miércoles 29 de noviembre, en sesión conjunta de las Cortes Generales para celebrar la Solemne Apertura de la XV Legislatura, prevista en el artículo 5 del Reglamento del Congreso y presidida por S.M. el Rey.
La sesión ha dado comienzo a las 11:00 horas con la
llegada de Sus Majestades los Reyes a la Carrera de San Jerónimo, donde han
sido recibidos por la presidenta del Congreso, Francina Armengol; el presidente
del Senado, Pedro Rollán; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez; el jefe
del Estado Mayor de la Defensa, Teodoro Esteban López; y el resto de miembros
de las Mesas de las Cámaras Alta y Baja.
Posteriormente, la comitiva compuesta por la Familia
Real, la presidenta del Congreso, el presidente del Senado y los miembros de
las Mesas, han accedido al Hemiciclo, donde la presidenta del Congreso ha
abierto la sesión con su intervención inicial. Acto seguido, ha tomado la palabra
S.M. el Rey, que dijo:
“Comienzo mis palabras agradeciendo ─junto a la Reina y la
Princesa de Asturias─ la bienvenida de la Presidenta del Congreso de los
Diputados y saludando con todo respeto al conjunto de diputados y senadores.
Desde mi proclamación como Rey ante las Cortes Generales,
esta es la 3ª ocasión en la que tengo el honor de dirigirme a sus Señorías
desde esta tribuna en una sesión conjunta del Congreso y Senado para abrir
solemnemente una nueva legislatura.
La regularidad de este acto a lo largo de nuestra vida
democrática no le priva de su sentido constitucional pues es expresión del
vínculo de la Corona con las Cortes Generales, y entre sus respectivas
funciones: Para las Cortes Generales, representar al pueblo español, titular de
la soberanía nacional. Para la Corona, simbolizar la unidad de España y su
permanencia.
Señorías,
Las legislaturas son la medida del devenir de la vida política. Cada nuevo
mandato parlamentario configura un anillo del tronco de nuestra democracia.
Tras las elecciones generales del pasado 23 de julio, se abre ahora la XVª
legislatura.
Agradezco la colaboración de los grupos políticos de la
Cámara que comparecieron en el procedimiento de consultas, facilitando así el
ejercicio de la función que la Constitución me encomienda.
Felicito a Don Pedro Sánchez Pérez-Castejón por su
elección como Presidente del Gobierno por el Congreso de los Diputados, al
haber obtenido la confianza de la Cámara, así como a los miembros del Gobierno
por su nombramiento. Igualmente doy mi enhorabuena a sus Señorías por el gran
honor de su elección como diputados y senadores. Y a todos les deseo acierto en
las responsabilidades que han asumido.
Señorías,
Ante estas Cortes Generales, el pasado 31 de octubre, la Princesa de Asturias
prestó el juramento previsto en la Constitución, como Heredera de la Corona.
Asumió así la responsabilidad institucional que le corresponde y proclamó su
voluntad permanente de servicio a los españoles. Y hoy quiero agradecer el
afecto recibido en este hemiciclo, así como también todas las muestras de apoyo
de los ciudadanos en un día de tanta trascendencia para España.
Para la Corona, el juramento de la Princesa es condición
de su continuidad en el desempeño de la misión asignada a la Monarquía
Parlamentaria en la Constitución.
Es, también, para el conjunto de las instituciones que
integran el Estado, la celebración de un acto parlamentario mediante el que se
hace pública la adhesión solemne de la Princesa a los valores y principios
constitucionales.
Significa, finalmente, para los ciudadanos, la certeza de
estabilidad en el leal desempeño de las funciones de la Jefatura del Estado.
En las elecciones generales del 23 de julio, así como en
las municipales y autonómicas del 28 de mayo, miles de jóvenes de la misma edad
que la Princesa ejercieron por 1ª vez su derecho de voto. Un hecho −siempre
emocionante en el plano personal− que supone, desde el punto de vista social,
la ampliación y renovación de nuestra comunidad política.
Nuestra vida colectiva se debe enriquecer con sus
aspiraciones, necesidades e inquietudes. Los jóvenes son quienes más
desarrollan las energías sociales, impulsados por la ilusión de quienes tienen
por delante un amplio horizonte y una capacidad natural de adaptación a los
nuevos tiempos. El futuro siempre es promesa de algo mejor y nuestros jóvenes,
que serán sus protagonistas, aspiran con todo derecho a esa mejora.
Pero, para afrontar ese futuro con confianza, para
afrontar una época de grandes cambios y transformaciones precisan de un marco
democrático —como el que representa la Constitución— que les permita convivir y
prosperar en libertad, y necesitan recibir una España cohesionada y unida en la
que puedan desenvolver sus vidas y proyectar sus ilusiones.
Cada generación es depositaria de los logros de las
generaciones anteriores y tiene la obligación cívica de perfeccionar y
acrecentar esos logros; tiene el deber moral de proteger y conservar lo
alcanzado y la responsabilidad de entregarlo a las generaciones que la sucedan.
Para los jóvenes, la democracia no es una aspiración, como
lo fue para sus padres y abuelos, sino una realidad en la que han nacido, han
crecido, y en la que se han formado como personas.
Y
esa realidad —recordémoslo— trae causa de la historia del gran éxito colectivo
de nuestra democracia, sustentada en la Constitución. Una Constitución que
establece la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político como
valores en los que se basa nuestra convivencia democrática. Unos valores que no
están anclados en el pasado y que deben proyectarse permanentemente hacia el
futuro.
La búsqueda del entendimiento, el reconocimiento de
nuestras diferencias unido al mutuo respeto como ciudadanos, la certeza de que
sólo superando las divisiones tienen una base segura las libertades y los
derechos, fueron todas ellas ideas y actitudes determinantes para abrir una
nueva página de nuestra historia. Aquel momento histórico es una constante
fuente de motivación porque representa el espíritu más noble en el ejercicio de
la política.
Reivindicar el profundo significado de aquel gran pacto
entre los españoles que está en el origen de nuestra democracia no es, en
absoluto, mirar atrás con nostalgia; sí es, en cambio, una orgullosa y
consciente reafirmación de nuestras mejores capacidades como país y del mejor
logro que ordena, en nuestros días, la vida de la sociedad española: la
Constitución. Y por ello, debemos honrar su espíritu, respetarla y cumplirla, para
hacer efectiva la definición de España como un Estado Social y Democrático de
Derecho.
Tres dimensiones de nuestro Estado que, como señalé ante
estas mismas Cámaras en la apertura de la legislatura anterior, son los tres
pilares esenciales, inseparables e indisociables entre sí de una misma realidad
histórica y política, que es España, y que garantizan nuestra convivencia
colectiva.
Señorías,
Para nuestros jóvenes votar es la forma democrática de expresar una voluntad de
futuro, pero también es ejercer, de modo ilusionante y consciente, un derecho y
una responsabilidad que tienen que ver con el valor de nuestra historia en
común.
Porque cada elección es resultado de un camino anterior;
es la consecuencia de un devenir histórico en el que hemos ido configurando
nuestra identidad. Desde hace siglos, España ha sido una realidad compartida y
edificada por mujeres y hombres de diversa procedencia social o geográfica con
ideologías distintas, pero con una idea común: un mejor país para todos.
Un país que en 1978 alcanza su mejor expresión en el
entendimiento mutuo sin imposiciones ni exclusiones y en la voluntad de
integración que enriquece, con la diversidad y el pluralismo, nuestro proyecto
común, nuestro vínculo emocional y solidario como Nación.
Esto fue lo que hicieron los españoles hace 45 años. Nos
dejaron una Constitución, que es el alma de nuestra democracia y libertad, con
un espíritu inclusivo de ideales y convicciones y un propósito común como jamás
habíamos tenido. Una España serena, ilusionada, confiada en su futuro. Debemos
honrar ese legado; un legado de grandeza, responsabilidad y sentido de la
Historia.
Nuestra obligación, la obligación de todas las
instituciones, es legar a los españoles más jóvenes una España sólida y unida,
sin divisiones ni enfrentamientos.
Señorías,
El Parlamento como institución representativa genera, como valor político
primordial, la integración de diferentes opciones y proyectos dentro de nuestra
Constitución.
El pueblo español ha depositado en sus señorías el bien
político más preciado: la confianza. Les ha confiado la tarea de que el
pluralismo político aquí representado, impulse la mejora de las condiciones de
vida de las personas y grupos en que se integra.
El desempeño de las potestades que tienen atribuidas las
Cámaras constituye un alto honor para todas sus señorías. Un honor que también
conlleva la obligación de desempeñar las funciones constitucionales
encomendadas, buscando siempre el bien común de todos los españoles.
Este es, inequívocamente, el retorno debido a la confianza
otorgada por los ciudadanos.
Bien entrados ya en el siglo XXI, la envergadura de los
retos que afrontamos reclama −de todos− una gran responsabilidad. Así lo
merecen los españoles y lo demanda el ejercicio de su representación.
Concluyo, Sra. Presidenta y Señorías, deseándoles
nuevamente acierto en el desempeño de su alta función.
Me corresponde ahora el honor y el privilegio de declarar
abierta la XVª Legislatura.
Muchas gracias / Moltes gràcies/
Eskerrik asko / Moitas grazas.”
Finalizado el acto en el Hemiciclo, la Familia Real se ha dirigido al Salón de Conferencias para saludar a las autoridades y los invitados en orden protocolario, y han asistido al desfile militar realizado en su honor en la Carrera de San Jerónimo por parte de la Agrupación de las Fuerzas Armadas y la Guardia Civil, concluyendo el acto de solemne apertura.