domingo, 29 de diciembre de 2024

En la apertura del Año Jubilar en la Diócesis de Ourense




Asistí este domingo 29 de diciembre a la apertura del Año Jubilar en la Diócesis de Ourense, presidida por Monseñor Lemos Montanet, que comenzó con la estación litúrgica a las 11:30 horas en la iglesia de Santa Eufemia, y saliendo en procesión, con la imagen del Cristo de los Desamparados (Románico, siglo XII) que se venera en la Catedral, además de la capa pluvial del terno chino-filipino de la Colegiata de Xunqueira de Ambía (siglo XVII), el báculo de don Francisco Blanco Nájera (Obispo de Ourense, 1944-1952) correspondiente a su Ordenación episcopal y con el que hizo su entrada como Obispo en la Diócesis de Ourense y el cáliz, del siglo XVI, del Obispo don Cesáreo Rodrigo (Obispo de Ourense, 1876-1895), acompañados por al Real Banda de Gaitas de la Diputación, hasta la Catedral. 

Luego en la puerta de acceso principal de la Catedral se realizó un rito bautismal ante el Pórtico del Paraíso, donde se colocó una pila bautismal que permanecerá allí durante todo el año 2025. A continuación, tuvo lugar la Celebración Eucarística. 

En su homilía, Monseñor Lemos Montanet, destacó que este Año Santo «quiere hacer de cada uno de nosotros un peregrino de esperanza en un mundo lleno de individualismos y enfrentamientos, de guerras fratricidas, de graves necesidades y de hambre. En medio de estas circunstancias que no deben aplastar nuestra esperanza ni nuestras iniciativas, en nombre de la Iglesia os invito a que abráis las puertas de vuestra existencia a Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza, nuestro compañero de viaje en este año de gracia y consuelo, y a lo largo de toda nuestra vida«. 

Nos invitó, además, a «encontrar en Jesús, el Enmanuel, al «Dios con nosotros», la «verdadera puerta» que conduce a la Vida y que nos invita a redescubrir la alegría del encuentro con el Señor, que nos llama a la renovación espiritual y que quiere comprometernos en la transformación del mundo para que este tiempo sea auténticamente jubilar. Depende de todos que esto se haga realidad, pero, de manera especial, es un reto para los sacerdotes. (…) 

Con esta celebración la «puerta» del Corazón de Dios se ha abierto para ti y para mí, no tengamos miedo de cruzar esa puerta, que es la del perdón, y tras ella nos encontraremos la paz, la alegría y sobre todo la esperanza«.